Si algo ha quedado claro es que Dani Garcia no dejó su tres estrellas Michelin para tomarse un respiro, después de tantos años de duro trabajo.
El próximo 16 de noviembre se cumple un año del cierre de su restaurante insignia de Marbella y, desde entonces, y pese a la irrupción de la pandemia, ha inaugurado cinco nuevos establecimientos (incluida la brasserie del primer hotel Four Seasons de España) y ha firmado un acuerdo con el conglomerado de hostelería SBE Entertainment Group para abrir más de 100 restaurantes con su firma por todo el mundo en los próximos cinco años.
Que, con todo este trabajo (sin contar sus constantes giras y bolos promocionales), haya tenido tiempo para inaugurar un nuevo servicio de delivery, en colaboración con Just Eat, ya no nos sorprende: lo que sí resulta asombroso es que estemos ante una propuesta tan notable.
Como explicó el propio García en la presentación del proyecto, el pasado septiembre, la idea de crear un restaurante fantasma llevaba un par de años en su cabeza, pero fue la pandemia la que aceleró su puesta en marcha. Siempre desde la perspectiva de que debía plantearse como algo muy distinto a su propuesta en restaurante: “Una cosa es cocinar y otra cocinar y llevar a casa. Hemos estudiado todo lo que teníamos que estudiar”.
Una carta para todos los gustos
El primer elemento distintivo respecto a otros servicios de delivery –también de aquellos pensados exclusivamente para el reparto a domicilio, como Cuatromanos, de Paco Roncero y Ramón Freixa–, es lo extenso de su carta.
La gran familia mediterránea, que así se llama el invento, prescinde de la marca de Dani García en su nombre, y apuesta por desarrollar todo un nuevo concepto, en torno a diferentes propuestas culinarias que se enmarcan en un mismo paraguas, para que se puedan pedir muchos tipos de comida en un mismo pedido. Una idea que parte de la propia experiencia de García: “Cuando pedíamos comida mi hija pequeña quería sushi, mi hija mayor hamburguesa, y mi mujer una ensaladilla, y a la hora de pedir se nos complicaba”.
Para crear la nueva marca, el grupo se ha inspirado en 13, Rue del Percebe, el famoso tebeo de Francisco Ibáñez. Bajo el techo de La gran familia mediterránea encontramos diversos personajes, que se corresponden con un estilo de cocina, de entre las más demandadas para comer a domicilio:
- Shanna: comida saludable
- Bocatas García: bocadillos
- Molta Mamma: comida italiana
- Tita Brava: comida tradicional
- Madame Wasabi: japonés
- Pancho Suey: cocina asiática fusión
- Sr. Brasas: hamburguesas
- Mixter: cócteles
En total, a día de hoy, se puede elegir en La gran familia mediterránea entre un total de más de 100 platos, sin contar las bebidas. Una oferta muy extensa con recetas calcadas a las que se pueden encontrar en algunos de los restaurantes del grupo y muchas otras pensadas exprofeso para el nuevo servicio.
“Es un trabajo estratosférico el que se ha hecho para pensar hasta el mínimo detalle”, asegura García. “Vamos a abrir, ir conociendo las posibilidades, conociendo el terreno, ver a dónde podemos llegar”.
Unos platos que funcionan
Sin duda, García y sus socios son unos maestros en el noble arte del marketing, pero una cosa es vender una idea y otra que funcione. Y había que probar la comida para saber si, realmente, estábamos ante una propuesta novedosa.
Recibimos en casa (por invitación de la compañía) una muestra de algunos de los platos del restaurante: unas croquetas de pollo asado, una ensaladilla rusa de gambas y huevos fritos de codorniz al ajillo, una pizza blanca de setas frescas con huevo, el brioche de rabo de toro y, de postre, un helado de Nutella, palomitas y avellanas caramelizadas.
Lo primero que sorprende al recibir el pedido es el packaging, uno de los más elaborados que hemos visto en lo que llevamos de pandemia. Cada plato tiene un envase especial, con diseños que, además de chulos, son prácticos: las croquetas y los brioches van con compartimentos individuales para que no choquen entre ellos y el helado se sirve en una esfera de poliespan, que lo deja en perfecto estado, aunque haya pasado más de una hora entre que sale de la cocina y lo comemos al finalizar de probar el resto de los platos.
Las croquetas de pollo asado, como las que se sirven en Leña (8 euros), son las mejores que hemos probado nunca a domicilio. Hay croquetas que nos gustan más que estás, pero solo si las pruebas en el restaurante en cuestión. No sabemos si es debido al envase, o a su elaboración (están rebozadas en panko), pero las croquetas llegan muy crujientes, como recién hechas.
Muy rica también la ensaladilla rusa de gambas y huevos fritos de codorniz al ajillo, como la que se sirve en Bibo (9 euros). No es fácil llevar un huevo frito a domicilio, y es un logro que la yema se deshaga y la puntillita permanezca intacta.
Probamos también el famoso brioche de rabo de toro, que viene en dos pequeñas unidades (11 euros), acompañado de un sobre de salsa para quienes queremos echar más –todo un detalle–. La foto de apertura no engaña: están para comerse trece de una sentada.
Ya casi llenos probamos la pizza blanca de setas de la serranía de Ronda con huevo pochado (14 euros), el plato que menos nos convence. Está rica (y es, sin duda, una pizza original), pero aunque el paquete nos advierta de que “el secreto no está en la masa”, esta no acaba de estar del todo lograda. Esta bien si quieres pizza sí o sí, pero no mata.
Lo que sí mata es el postre: un helado de Nutella, palomitas y avellanas caramelizadas (9 euros), con dos capas, que llega al final de la comida en perfecto estado. Es, además, muy generoso. Como guinda final yo lo compartiría entre cuatro personas.
Conclusiones: otro acierto de Dani García
La gran familia mediterránea es uno de los mejores delivery que hemos probado en los últimos meses. Los platos están ricos, llegan en muy buen estado y tienen un precio razonable.
Desde luego, no estamos ante una propuesta de comida rápida, y hay que rascarse más el bolsillo que en las pizzerías o hamburgueserías convencionales, pero es más barato que la inmensa mayoría de servicios de restaurantes de más nivel.
El pedido que hemos recibido tiene un coste total de 51 euros, al que hay que sumar 1,90 de la entrega a domicilio. Éramos dos, así que habríamos salido a 26,45 euros por persona; pero, quedándonos muy llenos, nos ha sobrado más de media pizza y medio helado. De pedir nosotros, habríamos encargado un plato menos. En definitiva: si no pides mucho sushi que es, lógicamente, lo más caro, por menos de 20 euros por barba se come de lujo. Un precio más que comedido para la calidad de la comida.
Después del estreno en Madrid, La gran familia mediterránea llega ya a buena parte de Barcelona capital y Marbella, y García planea seguir extendiendo el proyecto a nuevas ciudades: “De aquí a un mes va a haber seis o siete cocinas operativas, con un radio de servicio de aproximadamente 2,5 km”.
Se pueden hacer los pedidos a través de la aplicación de Just Eat y la web de La gran familia mediterránea (desde la que hay, además, un 10 % de descuento para el primer pedido).
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