Asturias es una tierra maravillosa, que yo sepa no tengo allá ningún antepasado y por mis venas no corre sangre asturiana, pero cuando tengo la suerte de pasar unos días allí me siento como en casa. Además del ambiente, la tierra, y sus gentes, su gastronomía me gusta sobremanera, y de vez en cuando necesito meterme entre pecho y espalda unos buenos guisos y productos asturianos.
Tengo pendiente una gran fabada en casa con la familia, pero mientras llega el día, busqué el arrullo de las fabes, y que mejor lugar que El Oso, un restaurante que conocí hace años y al que estaba deseando volver. Desde mi última visita, el local ha cambiado de cara, con mucha fortuna por cierto. Tiene varios salones diferenciados, algunos de ellos decorados con palés y botellas de sidra, una combinación de blanco y verde que desprende mucha energía.
A nosotros nos ubicaron en la zona de no fumadores, en la que el ambiente cambia, resulta algo más clásico con un decorado casi monocromo muy diferenciado del resto. Revisamos la carta y no dudamos en escoger un menú muy típico en el que no podían faltar la fabada y los quesos asturianos, de los que soy, si me permitís la expresión, devota.
Mientras esperábamos a que los manjares llegaran a nuestra mesa, nos entretuvimos con el aperitivo, un pastel salado de queso muy sabroso, y no pudimos evitar trastear con el pan, que estaba caliente, tierno y con la corteza muy fina.
Los quesos asturianos llegaron en seis cortes, suficiente para saciar a dos personas. Resaltar cual de ellos me gustó más sería difícil, todos tienen su punto, del más suave al más fuerte, y poder probarlos todos con tranquilidad y tiempo es un placer sin igual.
La tarrina de foie con pan de frutas estaba muy buena. El foie, en un buen punto de temperatura y en cantidad generosa, casaba muy bien con el pan de frutas, unas rebanadas que llegaron calientes a la mesa. Una buena base para la tarrina.
De segundo, pedimos fabada asturiana para dos. Cuando pido fabada en un restaurante siempre tengo la esperanza de que esta venga en una sopera o aún mejor, en un cacharro del que servirse. Cuando viene emplatada no puedo evitar sentir una ligera decepción, será que en tierras asturianas me han acostumbrado mal…
Así que me puse muy contenta cuando vi un perol tomar asiento en la mesa. Dos platos soperos y a servirse tocan. Estupenda fabada, no puedo decir más, de las mejores que he probado, y en ración abundante, ya que pudimos dar buena cuenta de dos generosos platos.
Y ya que estábamos abonados a lo típico y tópico, de postre no podíamos dejar de tomar arroz con leche, cremoso y levemente cubierto por una finísima capa de caramelo.
Una buena comida, en la que las raciones resultan generosas y el género se adivina de calidad extra. Solo un detalle no me gustó: tomaron nota del café a la vez que el postre, y aún cuando se les pidió que este llegara al terminar los postres, el café llegó humeante a la mitad de estos. Consecuencias: o terminas de comer el postre rápido o te tomas el café frío.
La cuenta es elevada: acompañando la estupenda comida con un Enate crianza, sesenta euros por persona; el servicio correcto y el ambiente tranquilo. Lo que se dice un banquetazo para un día especial.
Restaurante El Oso
Cocina asturiana
Avenida de Burgos 214
Vía de servicio N1
91 766 60 60
28050 Madrid
Precio medio: 60 euros
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