Restaurante La Viblia en Barcelona, buena cocina mediterránea mirando al mar

El restaurante La Vibilia en Barcelona ofrece buena cocina mediterránea mirando al mar, pues está situado en un enclave excepcional, justo bajo el Hotel W, la gran vela de acero y cristal que se erige en el extremo más lejano del dique que protege el puerto de la ciudad.

Así, tras pasear por el barrio de La Barceloneta, quizás por la playa del mismo nombre o rodeando el puerto, llegamos a una gran plaza en alto que domina todo el Mediterráneo. Si miramos a lo lejos, solo vemos cómo se recortan los veleros en el mar, si levantamos la vista, una magnífica obra de ingeniería y arquitectura, y si nos acercamos a los extremos de la plaza, el skyline de la ciudad se muestra ante nosotros.

Sin duda alguna, la ubicación es un gran punto a favor de este restaurante, pero ya sabéis que a mi esas cosas me importan poco si luego la comida no está a la altura, así que ya es hora de que nos sentemos a la mesa y empiecen a desfilar los platos.

Lo primero en llegar fue una ensalada de pulpo, aunque más bien habría que describirlo como pulpo cocido con un poco de lechuga sobre él. A pesar de que la presentación se podría mejorar, estaba riquísimo, terso sin estar duro, tierno sin estar blando, como si hubieran contratado a Mike Tyson o Rocky Balboa para zarandear a los pulpos en la cocina.

Después de la ensalada, era el turno de unos nidos de huevo con bacon y cebolla pochada. Servir un huevo frito en un restaurante es todo un ejercicio de valor y atrevimiento, no sólo porque a cada uno le gusta de una manera, sino porque lo normal es que la yema se cocine en exceso y le quite la gracia al asunto.

Sin embargo, este estaba en perfecto, lo suficientemente hecho como para mantener su entereza en el plato hasta que le claváramos el tenedor o la miga de pan para liberar la deliciosa yema. Las patatas paja en forma de nido también estaban muy bien, crujientes pero no quemadas.

Según voy recordando este plato, hasta salivo, y es que a veces las cosas más sencillas --como un huevo frito con patatas-- hechas con esmero, cariño y bien presentadas, son las que más se disfrutan y las que más acaban calando en el comensal.

Tras este segundo entrante, era el momento del plato principal, la prueba de fuego para el restaurante La Viblia en Barcelona: un arroz meloso de bogavante. No voy a negar que tenía mis reservas, pero se disiparon nada más dar la primera cucharada.

Mucha gente piensa que los arroces melosos tienen que tener el grano pasado, pero a mi, como buen valenciano, me siguen gustando en su punto justo de cocción, ya que el meloso no se debe a que el arroz se empaste, sino que el caldo se ha reducido tanto que se ha formado una película que rodea todos los granos, pero aún podemos separarlos uno a uno y casi comer este arroz con tenedor.

Como no podía ser de otra manera, además de cocinado en su punto, este arroz de bogavante era toda una explosión de sabor en la boca, pero sin caer en el exceso. El detalle de que el bogavante estuviera ya "pelado", hacía de la experiencia de comerlo algo mucho más elegante, aunque menos entretenido también, todo hay que decirlo.

Para acabar la comida, si no recuerdo mal, teníamos un yogur helado de hierbabuena con miel que estaba delicioso --eso si lo recuerdo bien-- y sobre todo, muy refrescante, perfecto para despejarse del festival de sabores que habíamos disfrutado en el restaurante La Viblia en Barcelona

Restaurante La Viblia en Barcelona

Placa de la rosa dels vents, 1, Barcelona 933123575 Precio por persona: 28-55 euros

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