Restaurante The Orange Coffee, las apariencias engañan

Ya le pasó el otro día a mi compañera Fiona con el restaurante En Bandeja, a veces nos aguardan sorpresas en los lugares más inesperados. Nadie diría que tras el exterior desenfadado y un tanto descuidado de The Orange Coffee se encuentra un menú del día atrevido, pero es que a veces las apariencias engañan.

Situado cerca del campus de Blasco Ibáñez de la Universidad de Valencia, este pequeño restaurante destaca por ofrecer un menú y un ambiente diferente al resto que le rodean, sin que eso afecte al precio ni conlleve que salgamos de allí con hambre. Un claro ejemplo de que se pueden hacer las cosas bien sin tener que sangrar al personal ni tener un local a la última, aunque no deje de estar decorado de forma alegre y moderna.

Pero bueno, al grano, que hemos venido a comer y no a disertar sobre precios y estética.

Aprovechando que fui a comer con mi padre y que en el menú había dos opciones para cada plato, pedimos uno de cada y fuimos degustando mitad y mitad para poder probarlo todo.

De primero, tartar de salmón y ensalada de queso de cabra con una vinagreta de nuez y miel, a cada cual más apetitoso.

Si tuviera que quedarme con uno de los dos platos, el elegido sería la ensalada de queso de cabra, que estaba espectacular. No es que el tartar de salmón no estuviera bueno, pero le faltaba un poco de punch para mi gusto.

Ni que decir tiene que sobre el plato no quedo ni una brizna de lechuga, aunque es cierto que los dos somos un poco monstruos de la ensalada.

Tras el primero, el camarero tuvo a bien traernos el segundo plato, como mandan los cánones. Por un lado, unas costillas de cerdo con puré de zanahoria y unos clásicos espaguetis a la carbonara.

Los espaguetis estaban ricos, aunque no tenían nada que los hiciera especiales, que los distinguiera del resto de carbonaras del mundo, pero las costillas de cerdo estaban deliciosas. Muy sabrosas y bien acompañadas por el puré de zanahoria.

De nuevo, platos limpios y a por el postre; tiramisú y mousse de fresa.

A pesar de que el tiramisú tenía un aspecto un poco, si se me permite la expresión asturiana, estrapallao, cuando te metías la primera cucharada en la boca cerrabas los ojos y ya no veías nada más que sabores.

La mousse de fresa, por contra, tenía muy buena pinta, deliciosamente presentada en un vaso chato y un poco de hierbabuena, pero al igual que el tartar de salmón, le faltaba otro poco de punch, de intensidad, aunque tal vez es cosa mía, que me van los sabores fuertes.

En cualquier caso, The Orange Coffee es una magnífica opción para comer un menú del día diferente e igual de económico que el resto. Además el trato del personal es muy alegre y desenfadado, a la par que muy rápido.