El "atesoramiento subacuático" de botellas ha revolucionado la enología.
La experiencia arranca en la Bahía de Plentiza, a solo 20 kilómetros de Bilbao, donde las olas del mar se han convertido en guardianas del ecosistema subacuático y su tesoro secreto: una de las pocas bodegas submarinas que existen en España. El visitante va a descubrir, por primera vez, la revolución del enoturismo, que incluye un paseo en barco por el Cantábrico hasta el arrecife artificial de Plentzia. Olas, brisa marina y un buen vino en alta mar. ¿Quién puede resistirse a eso?
La bodega Crusoe Treasure es una de las pioneras en este tipo de “atesoramiento marino”, que no se puede llamar "crianza" porque no se realiza en tierra, pero el envejecimiento es el mismo.
Este proceso consiste en suspender a 20 metros de profundidad las jaulas con las botellas, entre seis meses y un año, para aprovechar la biodinámica del mar.
Dicen los expertos que los vinos enérgicos y potentes son los más indicados para aguantar los embates de las mareas, con la influencia de la luna y los cambios de presión y temperatura. Después de varios años de prueba y error, en 2008 se lanzaron las dos primeras líneas de Crusoe Treasure (Passion y Classic), que ya han llegado a la alta cocina, de la mano de chefs como Martín Berasategui y Eneko Atxa.
También ellos han experimentado el viaje en el pesquero gallego, con su grúa y su cascarón de nuez que navega hasta el arrecife artificial enológico, donde los buzos extraen las añadas y después sirven la cata. Otros chefs que incluyen en su maridaje los vinos submarinos son Iñaki Arrieta y Juan Mari Arzak.
“En estos momentos estamos experimentando con nuevas variedades que tienen las características necesarias para soportar un buen envejecimiento bajo el mar. El resultado son vinos de carácter suave y afrutado, con aromas minerales y calcáreos. Hemos empezado a trabajar con un albariño nuevo, una garnacha tinta y blanca. De Riojas hemos incluido maturana tinta y tempranillo. En un futuro esperamos los resultados de la variedad pinot noir, pero todavía no está a la venta”, explica Antonio Palacios, enólogo de Crusoe Treasure.
La ampliación en la oferta de variedades tiene previsto superar la producción de 15.000 botellas anuales que se hacía hasta ahora y se busca conseguir alcanzar al público español, porque ahora el 95% de los compradores proceden de Rusia, China, Dubai y Estados Unidos. Cada botella es única y se vende con los restos fósiles de la vida submarina que ha pasado por ella, con huellas de estrellas de mar y algas. Su compra supone además el apoyo al proyecto de sostenibilidad biológica e investigación submarina que existe detrás de la marca.
En España tenemos otros ejemplos de bodegas subacuáticas con visitas en barco y catas, como Vina Maris en Calpe o la Bodega Submarina de Canarias, con Denominación de Origen Abona. Portugal acaba de lanzar su primera iniciativa en el sector, con vinos sumergidos en la Costa del Antelejo. Italia, Francia, Chile y California experimentan a menor escala la producción de este nuevo tipo de enología que sirve de homenaje a los galeones cargados de vino, hundidos y rescatados del mar.
Imágenes | Vina Maris | Bodega Crusoe Treasure
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