He encontrado en la red algo de lo más curioso: una empresa catalana te vende algunas viñas y personifica el vino a tu gusto, incluyendo el etiquetado.
Existe un paquete comercial que incluye visitas a la bodega, formación, catas y fiestas exclusivas para los propietarios de los viñedos entre otras cosas por unos sesenta euros al mes, y la compra la puedes hacer hasta por veinticinco años aunque si no estás satisfecho puedes rescindir tu compra a los tres.
A cambio recibes, en lo que se refiere al vino, 18 botellas de vino selección tinto, 12 de vino tinto de autor, 6 de blanco fresco y 6 de blanco criado en barrica, que es a lo que te da derecho las veinte cepas que son de tu propiedad, y que incluyen variedades de todo tipo. El objetivo ya no es tanto comercializar un vino, que también, sino implicar al propietario en el proceso de elaboración y convertirlo, de alguna manera, en vitivinicultor.
Las botellas están garantizadas independientemente de la producción anual ya que hay cepas reservadas, sin comercializar, para paliar posibles contratiempos de este tipo.
No sé si comentarlo porque cualquier día nos encontramos a este hombre en la sopa, pero el negocio lleva la imagen y el asesoramiento de, cómo no, Ferrán Adriá.
En definitiva, no sé si es una buena idea, lo que sí tengo claro es que negocios como este son producto de la creciente demanda que existe actualmente no sólo por el vino en sí, sino también por el propio mundo del vino, desde la cepa hasta la botella.
VIA l CAL CELDONI