Mucho más centrado en una versión empresarial y didáctica que en la puramente culinaria, Ferran Adrià ha regresado a los estrados de Madrid Fusión más de una década después para hablar de cocina.
Eso no quiere decir que el chef catalán haya abandonado la cocina, o que se haya desvinculado de ella, pero sí que ha perdido peso en un nivel gastronómico en función del perfil empresarial o ejecutivo.
Por eso, su regreso a hablar, en cierto modo, de gastronomía pura y dura suponía un reto para el retorno a los escenarios tras 16 años de ausencia. Ausencia, insistimos, en ese sentido, pues lleva varios años presente.
Sin embargo, Adrià ha subido para hablar del proceso creativo y de lo que supuso en el año 1998 escribir el primer libro sobre este tema, insistiendo en que "éramos inocentes y no teníamos ni puñetera idea de nada", advertía el chef de Hospitalet, aludiendo además también a sus predecesores: "No solo nosotros, sino nuestros antecesores también; no había nada escrito sobre cómo se creaba".
"Es la primera vez que se hablaba del proceso creativo. Hay una gran cantidad de fallos en ese librito, pero es histórico", asumía sobre la realidad de aquella primera publicación en torno al proceso creativo en el que ve inmerso al sector.
"En el mundo hay 10 millones de restaurantes; en España unos 7.000, pero en el mundo, contando restaurantes con pretensiones, puede haber unos 20.000 dentro de catalogaciones Michelin, pero tres estrellas hay 148, pongamos que este discurso de creatividad solo vale para 200 restaurantes".
Ante lo que, además, reflexionaba con el público sobre qué era la vanguardia. "La vanguardia viene de la guerra, de los que están delante, de alguien que quiere que le maten. La vanguardia eran los locos", asumía. "Esos que estábamos al nivel de perder nuestro negocio por hacer lo que hacíamos", aclaraba.
"Nos jugábamos cerrar nuestro negocio, eso es la vanguardia", confesaba y, además, hablaba sobre lo que supone invertir en creatividad en aquella época. "En el año 2000 gastábamos 300.000 euros en todo el proyecto creativo", apuntaba, mientras con la complicidad del público y algunos de sus colaboradores como Albert Adrià u Oriol Castro, advertía de lo que se consideraba, entre bromas, la dureza de la alta cocina.
"Ellos dirán que cobraban poco y que era muy duro, pero estabas seis meses en Barcelona a las ocho en casa", comentaba entre risas generalidad. "Cuando veais que estos se quejan, mira; estábamos seis meses cerrados y, aparte, tenían sábados y domingos libres y estaban a las ocho en casa. Muy estresante no era", aludió entre las risas de los presentes: "Era una presión creativa brutal, pero nos iba la marcha".
"Esto de la creatividad es la cosa más sadomasoquista que hay en el mundo", advertía, refiriéndose además a los chefs y restaurantes que "están luchando para ser uno de los diez mejores entre 10 millones".
Imágenes | Madrid Fusión