En 2019 la prestigiosa bodega Macallan batió todos los récords vendiendo una botella de whiskey por 1,7 millones de euros. En comparación, los 40.000 dólares que podría alcanzar la botella estrella de un próximo lote de la casa de subastas Skinner Auctioneers, parece una nimiedad, pero esta tiene una peculiaridad: podría ser el whiskey americano más antiguo conservado hasta la fecha.
La botella presenta un grabado en el vidrio con el nombre Evans & Ragland, una compañía de comestibles y licores que estuvo en activo en Georgia unos diez años tras finalizar la Guerra Civil. La pieza se acompaña de una nota mecanografiada sugiriendo que el whiskey debió elaborarse antes de 1865, año en el que terminó el conflicto, pues no había más destilerías en la zona en aquellos tiempos.
Así pues, los expertos dataron inicialmente la pieza en cuestión hacia mediados del siglo XIX, pero las pruebas científicas que debían certificar la autenticidad de la bebida tenían guardada una afortunada sorpresa.
El carbono-14 no engaña
Joseph Hyman, experto en licores raros de la casa de subastas, extrajo una pequeña cantidad del líquido con una jeringuilla y envió la muestra a los laboratorios de las universidades de Georgia y Glasgow para su análisis y certificación, un procedimiento habitual y rutinario previo a cualquier subasta de objetos históricos.
Los resultados, como ha declarado a The New York Times, le dejaron completamente sorprendido. El datado de radiocarbono indicaba, con más de un 80% de precisión, que el licor habría sido destilado entre 1763 y 1803. Hasta entonces, los búrbones más antiguos conservados se remontaban hacia 1850, por lo que esta botella supone un revolucionario hallazgo, no solo para los entusiastas de la bebida.
Es un ámbito que resulta ajeno para el resto del mundo, pero el mundo de los destilados americanos, y del bourbon en concreto, está ligado estrechamente a la propia identidad cultural y social del país, y desenmarañar sus orígenes es lanzar nuevas luces sobre sus raíces históricas.
Hyman se aventura a creer que este licor fue destilado por algún granjero o productor local de Georgia en la segunda mitad del siglo XVIII, y que la bebida pasaría varias décadas en una damajuana de vidrio o cerámica, quizás olvidada, hasta que fue embotellada y finalmente vendida. No podría haber resistido tantos años dentro de una barrica de madera de la época.
Otros expertos consultados se muestran más escépticos frente a los resultados, dudando incluso de que al licor se le pueda llamar whiskey como tal, al menos bajo los parámetros actuales. Y es que no era raro que en aquella época se destilara casi cualquier cosa, añadiendo diferentes granos de las cosechas a la mezcla.
En cualquier caso, Hyman y la propia casa de subastas confían con seguridad en los resultados de los análisis, remarcando el prestigio y la experiencia de la Universidad de Glasgow a la hora de certificar bebidas históricas. Skinner sacará a subasta la botella en un evento especial el próximo mes de junio, y esperan alcanzar los 40.000 dólares por ella.
¿Y qué hay del sabor? Joseph Hyman, que pudo oler y probar ligeramente la muestra extraída, es bastante conciso: "Sabe a bourbon". Esperemos que el comprador no tenga la tentación de abrir la botella y montar una cata.
Fotos | Skinner Auctioneers - Pixabay
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