Por medio mundo proliferan los locales especializados en döner kebab, pero Alemania sigue siendo el epicentro de su oferta en Europa. Desde que Berlín catapultó la versión occidentalizada de este plato, el país germano se ha inundado de restaurantes y puestos callejeros que ofrecen döners y kebabs a una clientela tanto local como turista, pero el olor y el humo que generan empieza a ser un problema.
La ciudad de Mannheim está siendo noticia estos días en los medios alemanes por la problemática que han levantado los 16 locales de kebab que se acumulan alrededor de la histórica plaza del mercado, en pleno centro de la localidad. Son muchas parrillas funcionando durante muchas horas cada día, la mayoría con escasas o nulas protecciones ambientales, y los vecinos ya están hartos.
Tanto los propios habitantes de la plaza y calles cercanas, como otros puestos del mercado, se quejan de las emisiones constantes que generan estos negocios de kebab. Muchos vecinos protestan por no poder abrir las ventanas ni disfrutar de sus balcones en verano, mientras que los comerciantes llevan años lamentándose de tener que trabajar en un ambiente permanente de humos.
La concentración de muchos puestos de kebab provoca la acumulación de malos olores y humos
El caso concreto de Mannheim pone de relieve un problema que se produce al concentrarse tantas parrillas en espacios pequeños y más cerrados, con calles estrechas o plazas, que además son muy concurridas. Ejemplos similares se producen también en ciudades como Colonia, Göppingen o la misma Berlín, donde los kebab y döner se multiplican por toda la capital.
Es en Mannheim y Colonia donde se están tomando más en serio el malestar con proyectos de colaboración entre algunos restauradores con grupos ciudadanos, en parte apoyados por las autoridades locales. En Colonia, la iniciativa Lecker Kebab mit sauberer Luft ("Kebab sabroso con un aire limpio") busca implicar a todas las partes con soluciones que no perjudiquen al sector.
El coste del mal olor y los problemas del humo
En la Marketplatz de Mannheim se encuentra el restaurante turco Lale que, por supuesto, ofrece kebab entre sus especialidades. Su gerente Yilmaz Akilmak pareció tomarse en serio la problemática al invertir 30 000 en un sistema electrostático que eliminara el mal olor de sus parrillas, ya que con el sistema de ventilación del restaurante -que ya costó 125 000 euros- no era suficiente para evitar las molestias.
Las autoridades municipales están intentando afrontar el problema, pero las soluciones no parecen sencillas. La propuesta de elevar las chimeneas para expulsar de las calles las emisiones fue rechazada, fundamentalmente porque afectaría al paisaje urbano y podría ser un riesgo estático. Por el momento, se están llevando a cabo estudios de especialistas para elaborar informes detallados con efectos reales a los que se enfrenta la población, y así actuar en consecuencia.
Porque el mal olor no es el único problema que, al parecer, generan las parrillas de los kebab. El aumento de los niveles de humo preocupa a políticos como el ministro de Medio Ambiente, Clima y Sector de Energía de Baden-Württemberg, Franz Untersteller, o Andreas Hupke, alcalde de Colonia. Hupke además afirma que el humo de las barbaboas está cargado de micropartículas de polvo, y quiere acabar con ello. Pero tantos las parrillas profesionales como las domésticas se escapan de la Ley Federal de Control de Emisiones.
Expertos advierten del riesgo de respirar constantemente las partículas de estos humos
Según declaraciones del pediatra Christian Döring, respirar de forma constante el humo que emiten las parrillas de carne puede ser muy nocivo por esas partículas microscópicas que podrían pasar incluso al torrente sanguíneo. Es una cuestión que lleva años preocupando en el barrio de Eigelstein en Colonia, donde los humos son constantes.
Mientras la legislación no puede hacer nada para obligar a regular los sitemas de ventilación y filtro de los locales, parece que la solución más rápida es la colaboración entre todas las partes. Porque los puestos de kebab más humildes no pueden permitirse hacer la misma inversión que un gran restaurante sin contar con el apoyo municipal.
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