La presencia de Alberto Chicote en un restaurante no siempre es señal de malos augurios, aunque gran parte de los restaurantes visitados por el equipo de Pesadilla en la cocina no hayan llegado a buen puerto.
En uno de los episodios de la última temporada del programa de La Sexta, el chef de las soluciones mágicas visitaba un kebab con entonces 16 años de historia situado en Alcorcón con problemas, como es habitual, de organización y facturación.
El restaurante en cuestión era El Tigris, regentado por el matrimonio integrado por Ana y Karim, enfrentados antes de la llegada del chef por la crucial decisión del cierre. Su caso ha sido un milagro dentro de la trayectoria del programa.
De hecho, la propietaria tenía la esperanza de que el negocio reflotara y este mismo fuera la herencia de los hijos de la pareja, mientras que, tal como comprobó Chicote, el dueño deseaba vender.
Según constataba Chicote, en este local de comida oriental la mercancía era congelada, elaborada sin demasiado esmero ni interés y con el rechazo por parte del dueño de la presencia del cocinero televisivo, al que había llamado la mujer.
La llegada de Chicote tuvo que enfrentarse con dos servicios desastrosos, en los que el propietario adoptó un papel de indiferencia que hizo a Chicote salirse de sus casillas y decirle: “Yo he venido a trabajar, no a hacer el canelo”. Esta actitud se prolonga hasta que el dueño entra en el redil y empieza a poner de su parte.
El reality, basado en Kitchen Nightmares, se encarga de la reforma del establecimiento, dando lugar a un local de toques orientales y moderno para que la clientela sienta con sus propios ojos la nueva etapa.
La carta del establecimiento también se renueva como es habitual en el programa, de manera que contaba, a la marcha de Chicote con todos los ingredientes para ser un establecimiento de éxito. Él mismo consideraba que la carta había quedado“mucho más definida”.
Tras la marcha del cocinero, la hija del matrimonio, Yasmina, tomó las riendas del local y consiguió encontrar su lugar, y la buena noticia es que el establecimiento sigue abierto, con buena acogida entre el público, aunque no con el beneplácito de toda la clientela.
De hecho, justo después del paso de Chicote el restaurante vivió un boom con buenas valoraciones por parte de su clientela, que inicialmente destacaba la amabilidad del personal y la calidad de la comida en su nueva carta.
Aunque para los más acostumbrados a la comida de un restaurante de barrio el paso de Chicote comportó un encarecimiento de la carta y el cobro de algunos extras habitualmente incluidos en el precio.
Actualmente, el establecimiento, llamado simplemente Tigris, se mantiene abierto como doner kebab y tetería y ofrece una amplia carta de comida y bebida, entre los cuales se encuentran especialidades como tayins, cuscús y pinchos, aparte de kebab y durum especiales (como variantes tex-mex, mediterráneas y al pastor).
El milagro madrileño sigue, de hecho, atrayendo la atención de la clientela que por norma general deja buenos comentarios en el establecimiento aunque algunos con reservas, como el hecho de que haya reducido las cantidades en el plato (quizás víctima también de la inflación)
"Un poco nerviosos"
Por ejemplo, en uno de los últimos comentarios un usuario relata que sentía mucha curiosidad en ir a un restaurante aparecido en el programa. “Atención muy buena. Salían no uno, sino dos camareros a asegurarse de que pedíamos la comida”, destaca.
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“Íbamos un poco nerviosos por la comida, por el programa sobre todo, pero nos sorprendió totalmente para bien”, subraya antes de enumerar las bondades del local, del que únicamente critica el tiempo de espera, un reproche que también hacen constar otros usuarios.
Fotos | La Sexta
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