A principios de 1966, un incidente aeronáutico entre varios aviones estadounidenses provocó el desprendimiento de varias bombas termonucleares que cayeron, sin estallar, en las playas del municipio almeriense de Palomares.
En plena escalada de tensión durante la Guerra Fría, España se había convertido en un aliado de primer orden para el gobierno estadounidense para controlar el paso del estrecho de Gibraltar, además de las ventajas que suponía contar con determinadas bases, tanto aéreas como navales, en nuestro país.
Lo que no se podía prever es que aquel choque entre un par de aviones de la Fuerza Aérea Estadounidense —un bombardero B-52 y un avión cisterna— supusiera que cuatro bombas B28, con riesgo radioactivo, acabasen en las aguas de Palomares, momento que pasaría a la posteridad meses después cuando Manuel Fraga —por entonces ministro de Turismo del régimen franquista— y el embajador estadounidense en España, Angier Biddle Duke, decidieron demostrar la salubridad y buenas condiciones del agua dándose un baño en aquella playa.
Aunque hay mitos y desmentidos sobre si se bañaron allí o no y, sobre todo, información desclasificada que indica que aquel incidente sí implicó riesgo de radiación, resulta curioso ver cómo casi 60 años después vivimos un episodio parecido.
No protagonizado por Manuel Fraga, como es lógico; tampoco en España, por suerte. Pero sí en Japón, donde para cundir con el ejemplo de la salubridad y la no radiación de las aguas que rodean a la población de Fukushima —tristemente famosa por el accidente nuclear de 2011— el primer ministro japonés Fumio Kishida ha decidido consumir pescado de Fukushima en un vídeo público, del que se ha hecho eco la BBC.
La respuesta del vídeo, enmarcada dentro de la política nipona de asegurar la calidad del pescado de la zona, se enmarca dentro del combate diplomático que Japón lleva manteniendo con China desde hace varios meses, pues China boicoteó la compra de pescado japonés proveniente de esta zona, pues para continuar con la limpieza de la zona, se debían verter al mar varios millones de litros de agua procedente de la central.
Lo cierto es que según Naciones Unidos, la descarga de este agua filtrada en el Pacífico es completamente segura y no tendrá impacto ni humano ni medioambiental. Algo que China considera totalmente falso, razón por la que el martes 29 de agosto prohibió cualquier tipo de importación de pescado japonés —siendo China el primer comprador de pescado de Japón—.
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Acompañado de otros miembros de su gabinete, Kishida —en el vídeo que ha emitido el propio gabinete del primer ministro— aparece consumiendo pescado de las regiones de Sanriku y Joban —donde está incluida la prefectura de Fukushima, además de otras áreas colindantes— ante lo que no tuvo más que decir que "es delicioso".
Imagen | BBC y Oficina del Primer Ministro de Japón
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