Las comparaciones son odiosas, pero no se pueden evitar cuando se hace de un evento privado un espectáculo televisivo que enfrenta a las clases sociales
La cacareada boda entre el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y Teresa Urquijo, celebrada este pasado sábado en la capital, ha dado para mucho juego particularmente en redes sociales. La retransmisión televisiva en vivo y en directo de la ceremonia, más el seguimiento constante de todos los preparativos por parte de diferentes medios nos, ha devuelto esa sana costumbre del pueblo de criticar el boato de la aristocracia.
Más allá de analizar los atuendos de los invitados e invitadas -muchos convertidos ya en memes caricaturescos-, no podían faltar las opiniones sobre uno de los aspectos que más interés despiertan en todas las bodas, el menú del banquete. Y, como todos hemos asistido a más de un casamiento como protagonistas o invitados, es inevitable que se surjan las comparaciones.
La boda del alcalde ya se sabía que iba a contar con un menú suministrado por Lhardy Catering, el negocio de comida a domicilio y eventos del mítico restaurante madrileño, fundado en 1839 y pionero también en ofrecer este tipo de servicio en la capital. Se calculaba que el precio total rondaría los 96.000 euros y que iba a estar formado por una selección de pinchos fríos y calientes, una parrilla en vivo y, ya con los invitados sentados, el esperado menú de boda.
Un menú que sin embargo ha generado mofa y burla en la redes sociales al comparar los platos del mismo con otro cualquiera de una ceremonia de gente corriente, más concretamente con una boda gallega de clase trabajadora.
El menú de Almeida y Urquijo servido el sábado se componía de tres platos; un salpicón de bogavante, un solomillo de Wagyu a baja temperatura y un postre, a elegir entre milhojas de crema con fresas confitadas y brownie con crema de yogur, fresas y helado de vainilla, más café e infusiones. Calidad de materia prima con productos de precio elevado, al menos con el marisco del Grupo Pescaderías Coruñesas, con restaurantes como 'Desde 1911', o la carne de vacuno japonesa. Pero, a juicio de un ciudadano cualquiera, demasiado escueto. Especialmente para un gallego.
El usuario Cascarelo ponía frente a frente este aristocrático menú con el banquete de bodas de un casamiento celebrado en Lugo en 2022, formado por 12 aperitivos en el cóctel, cuatro primeros de pescado y marisco (cigalas, langostinos, bogavante con vieira y bacalao al horno), un sorbete para limpiar el paladar, solomillo de ternera y foie con salsa de Oporto y un sugerente postre llamado simplemente 'galaxia de chocolate'. Y, además de los vinos, cafés e infusiones, se incluían licores, y aguardientes gallegos.
La fiesta madrileña tuvo también la típica recena de embutidos, quesos, minipizzas y perritos calientes -al parecer, petición expresa del alcalde como capricho personal-, que suponemos que sin duda también desfilaría por la boda gallega.
Las comparaciones son inevitables, y más cuando las clases altas de postín hacen gala de su pretendida aura aristocrática que ellos mismos se esfuerzan por retroalimentar convirtiendo su vida en un show. Y una boda es carne de cañón para las críticas y bromas que hacen comunidad en las democráticas redes sociales.
Imágenes | GTRES - @Cascarelo - Lhardy
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