Ni buenas para tu salud ni para el medio ambiente: los riesgos de las pajitas de papel

Las pajitas de papel llegaron a nuestras vidas hace muchos años, incluso antes de que se prohibiera el uso de las pajitas de plástico. Sin embargo, sería a través de la Ley 7/2022, conocida como Ley de Residuos, la que sacó del mapa a los plásticos de un solo uso.

En la diana, todo tipo de elementos no reutilizables hechos a base de determinados plásticos. Platos, vasos, envoltorios, cubiertos y, como apuntamos, las clásicas pajitas que nos habían acompañado desde hace décadas.

El camino, aparentemente más sostenible y ecológico, pasaba por una reconversión hacia materiales reciclables que, al menos, tardasen menos tiempo en biodegradarse. La cuenta estaba clara respecto a las pajitas, que desde Greenpeace aseguran que incluso puede tardar 500 años en degradarse en el medio ambiente.

El problema, tal y como ahora asegura un estudio, es que es posible que las pajitas de papel que llegaron como la panacea resulten ser igualmente perjudiciales. Al menos, como apuntan, para nuestra propia salud. Aparte de eso, también hacia otro par de realidades: no todas las pajitas de papel se acaban reciclando y su producción, en muchos casos, difiere de ser sostenible.

Sin embargo, no hubo demasiado ruido a la hora de tener en cuenta que las pajitas de papel podían ser una alternativa real a las clásicas pajitas de plástico. Lo que sí es cierto es que un estudio realizado en Bélgica por la Universidad de Amberes al analizar 39 marcas de pajitas es el resultado de la investigación, dirigido por el profesor Thimo Groffen, ha probado que las pajitas de papel distan mucho de ser saludables como ha publicado en la revistas especializada Food Additives and Contaminants.

Perjudiciales para ti y para el medio ambiente: la realidad de las pajitas de papel

Tras el análisis, donde se estudiaron pajitas hechas de papel y de bambú, pero también de cristal, de acero inoxidable y de plástico, comprobaron que un 69% de las pajitas presentaban diferentes tasas de concentración del PFAS.

Esta abreviatura en inglés define a sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, una serie de compuestos químicos sintéticos (algo más de 4.700) que se acumulan en nuestro organismo y en el medio ambiente y que están vinculados, según explica la Agencia Europea del Medio Ambiente a problemas de salud tales como daños hepáticos, enfermedad tiroidea, obesidad, problemas de fertilidad y cáncer.

Esto ha llevado a las autoridades europeas a promover la eliminación de los PFAS en cualquier tipo de producto que se elabora dentro de la Unión Europea. Dinámica similar a la que ya adoptó Estados Unidos, donde está prohibido utilizar PFAS. Sin embargo, la investigación de la Universidad de Amberes ha encontrado restos de PFAS en buena parte de las pajitas de su estudio.

De esta manera, han sido las pajitas de papel las que mayor presencia de PFAS han demostrado —un 90% de ellas—, mientras que las de bambú lo estaban en un 80% y las de plástico en un 75%. A menor nivel, las únicas con una cantidad menos relevante de PFAS fueron las pajitas de cristal —con un 40%—. Además, explican que fue una pajita de papel la que presentó una mayor concentración de PFAS de todas las analizadas.

¿Cómo han llegado allí? Pues porque estas reglas contra las PFAS están implementándose en Estados Unidos y Europa, pero no en otros países, muchos de los cuales son los productores más habituales de este tipo de menajes desechables, como sucede en el caso del Sudeste asiático. Además, si estos PFAS están presente en las pajitas, eso implica que no serían biodegradables, pues estos tóxicos permanecerían en el medio ambiente.

Junto a ello, otra realidad que pasa desapercibida en términos de sostenibilidad: la cantidad de agua que se necesita para fabricar pajitas de papel. A pesar de hacerse con residuos o subproductos agrícolas —como la caña de azúcar o del arroz—, la cantidad de energía y agua que se requiere para fabricar pajitas de papel, tal y como ya te contamos desde Xataka, es altísima en proporción al uso y vida útil de estas pajitas, razón por la que lo más sensato sería que, directamente, desaparecieran y se evitara el green washing que va adscrito a su utilización.

Imágenes | Freepik

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