Una cocina de gas puede superar durante horas los niveles máximos dióxido de nitrógeno establecidos por la OMS
El asma es una de las enfermedades crónicas no transmisibles más comunes cuyo origen es multifactorial, no dependiendo únicamente de los genes sino también a causas ambientales. Un reciente estudio confirma lo que la comunidad científica viene sospechando desde hace tiempo, la asociación entre el uso de cocinas de gas y el asma infantil, apuntando ahora a una relación causal entre ambos.
El informe, desarrollado por un equipo de investigadores de la Organización Holandesa para la Investigación Científica Aplicada (TNO, por sus siglas en neerlandés), partía del objetivo de determinar los posibles riesgos y efectos de cocinar con gas en la salud respiratoria en los países de la Unión Europea.
Para ello, los científicos midieron la calidad del aire en 247 hogares de siete países europeos, escogiendo viviendas en las que sus habitantes no fumaran y que estuvieran situadas lejos de carreteras con fuertes afluencias de tráfico o de fábricas, para no interferir en los resultados.
Unos resultados que muestran que los niveles promedio de dióxido de nitrógeno (NO2 ) en las cocinas de gas eran casi el doble que en los hogares de quienes cocinaban sin él. Es más, según las cifras obtenidas, una de cada cuatro casas con cocina de gas superó los niveles de contaminación establecidos por la Organización Mundial de la Salud, mientras que ninguna cocina eléctrica llegó a sobrepasarlos.
Estos picos de contaminación por partículas tóxicas podían llegar a durar varias horas dentro del espacio de la vivienda, incrementándose notablemente en los hogares que pasaban más tiempo cocinando en casa.
En declaraciones a The Guardian, la directora del laboratorio de investigación de salud ambiental de la Universidad Jaume I, Juana María Delgado-Saborit, que ha revisado el trabajo, afirma que es un estudio clave para desarrollar estrategias que efectivas que protejan la salud de la población más vulnerable, como son los niños.
El asma es una de las enfermedades crónicas más prevalentes en la infancia que afecta a uno de cada diez niños en nuestro país, en ocasiones infradiagnosticada y que puede llegar a ser grave si no se controla mediante la medicación y los tratamientos adecuados, afectando a la vida cotidiana normal del enfermo.
Los autores del estudio concluye recomendando que las autoridades europeas refuercen las normativas de seguridad sobre electrodomésticos de cocina, que las empresas dejen de fabricar e instalar placas y hornos de gas, y que sugiere a la población que opten las cocinas eléctricas en sus hogares, o al menos procuren ventilar bien usando campanas extractoras y abriendo ventanas.
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Fotos | KWON JUNHO - ededchechine
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