El pasado 15 de febrero arrancó uno de los juicios de robos más mediáticos de los últimos tiempos, el asalto de la bodega del restaurante Atrio, en Cáceres. El proceso comenzaba con la presentación del informe que fijaba el valor de las botellas sustraídas en algo más de 750.000 euros, prácticamente la mitad de lo estimado inicialmente por sus propietarios, el chef Toño Pérez y su pareja, José Polo.
En esta primera sesión, el abogado Rafael Montes, quien representa a la compañía de seguros Reale, presentaba así un documento de cuatro páginas firmado por el perito Roberto Nebreda, profesional especializado en riesgos de diversa naturaleza, fijando el coste de las 45 botellas robadas en una cantidad llamativamente menor a la que se valoró en su día tras cometerse el delito, 1.648.500 euros en total.
Como destaca El País, llama la atención no solo la diferencia de cifras, sino también que precisamente ese precio reducido corresponda prácticamente con la indemnización cobrada por los gestores del restaurante a través de la compañía aseguradora. Pérez y Polo se retiraron pronto como acusación particular del proceso tras este cobro y solo acudirán a próximas sesiones del juicio en calidad de testigos.
El vino cuesta lo que se esté dispuesto a pagar por él
Es inevitable poner en duda la astronómica cifra que se difundió en su día la lista de las históricas botellas sustraídas del restaurante, una de las mejores y más célebres bodegas de España, con piezas únicas en cuya adquisición, aseguraron en su día Pérez y Polo, pusieron un "gran esfuerzo y cariño". Vinos como el Chateau d´Yquem de 1806, con más de 200 años de historia y valorado en más de 300.000 euros, para la cual tuvieron que montar una complicada operación de traspase para salvarlo tras una rotura de la botella.
Las palabras que dedicó en su día José Polo a esta botella y el resto de su bodega sesgada ejemplifican muy bien esa diferencia de precios tan, aparentemente, abismal. Sucede igual a la hora de tasar cualquier obra de arte u objeto al que se le atribuyen valores más allá de los materiales, como ocurre, por ejemplo, en las subastas de objetos de rodajes de cine o ropa de personajes famosos.
El perito puede tasar el vino en base a valores objetivos que sí son cuantificables, como el formato mismo de la botella, la edad, la bodega o la denominación de origen, el tipo de uva, los costes de la crianza, etc. Así se da un valor de base también en función del mercado, pero, a partir de ahí, el precio puede dispararse sin límite. Un vino, o cualquier cosa, vale lo que se esté dispuesto a pagar por él.
Si atribuimos un carácter especial a una botella por su singularidad específica, por su valor histórico como pieza única testigo de una época, o incluso por quiénes fueron sus productores o propietarios, podemos exigir un precio mayor. Así, la valoración inicial de más de 1,6 millones correspondía a lo estimado en base al precio que esos vinos tenían en la carta del restaurante, uno de los grandes atractivos del mismo.
Un robo con muchas incógnitas
La atención mediática que ha levantado este caso no se debe solo al valor del botín y a la fama de Atrio, cuyos gestores prefieren pasar página retirándose del juicio como acusación para centrarse en el presente y futuro del restaurante, que logró la tercera estrella Michelin el pasado mes de noviembre. La espectacularidad del propio robo y sus singulares protagonistas están acaparando incluso el interés de la prensa internacional.
Con muchas incógnitas aún por resolver, pues no se entiende la falta de seguridad del hotel y la bodega aquella noche, o dónde se encuentran las botellas robadas, se prevé que el proceso judicial todavía se alargue varias semanas. Tras rechazar la Fiscalía la nulidad de las actuaciones planteada por la defensa, la vista oral continuará los días 27 de febrero y 1 de marzo.
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Fotos | Atrio - wirestock - wavebreakmedia- Fiscalía de Extremadura
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