El día de los enamorados tiene su origen en la Lupercalia, una celebración romana dedicada a la fertilidad que consistía, básicamente, en golpear a las mujeres con látigos hechos de piel de cabras o perros, mojados en la misma sangre de estos animales. Se creía que este ritual les otorgaba fertilidad.
En el año 496, el papa Gelasio I prohibió la celebración de la Lupercalia, que tenía lugar el 15 de febrero, e instauró el 14 como día de San Valentín, patrón de los enamorados.
Son muchas las tradiciones que desde entonces han ido asociadas a esta fecha que, todo sea dicho, nunca fue muy popular en España. Por suerte, golpear a la pareja con un trozo de perro ensangrentado ha sido sustituido por otros planes más propios de la relación amorosa, como es preparar una cena romántica, algo que puede hacer bastante más en pos de la fertilidad.
Como explica a Directo al Paladar el psicólogo Esteban Cañamares, podemos pensar que San Valentín es una chorrada, un invento más para que nos gastemos la pasta, pero basta que una de las partes de la pareja crea que es una fecha especial para que se torne importante. En opinión del psicólogo, si buscamos que la fecha sea, además, un acicate para que se encienda la llama de la pasión, es mejor crear un ambiente distendido y dejar que surja lo que tenga que surgir, pues ir a buscar el sexo es una garantía de fracaso.
Una cena entregada al amor
De distinta opinión es el terapeuta sexual Raúl Padilla, que cree que se puede, y se debe, planificar el sexo. Y la cena romántica de San Valentín es la ocasión perfecta.
“Se supone, según algunas personas, que la espontaneidad es una cualidad inherente al sexo sin la cual pierde parte de su sentido. Curiosamente estas mismas personas suelen tener problemas porque nunca encuentran el momento apropiado para mantener relaciones sexuales. Es la pescadilla que se muerde la cola y más con los tiempos que corren, en los que a un trabajo de muchas horas hay que añadir las de ocio, desarrollo personal y profesional y las domésticas... Si no se abre un espacio artificial y deliberadamente al sexo, en muchas más situaciones de las que podemos pensar, el sexo no tendría cabida”.
Aunque llevamos dos semanas recomendado todo tipo de menús de San Valentín, Padilla hace una advertencia: es mejor no cocinar demasiado y apostar por un menú ligero. Su recomendación es muy concreta.
“De entrada un entremés que sea suave pero rico y una copa de cava mientras bajo una fuente en el centro de la mesa espera el plato único de la cena, algo ligero y sin demasiada salsa regado de vino bien maridado. La ligereza de la cena evitará que el hambre desaparezca por completo y nos quedará ese algo de animal depravado que acompañe al deseo cuando el plato quede vacío”.
Respecto al alcohol, hay que ser comedidos. “El alcohol en una pequeña cantidad ayuda, porque desinhibe, pero cuando pasamos cierta cantidad, perjudica”, asegura Cañamares. “Una copa ayuda, dos incomoda, tres destruye”.
El ambiente es decisivo
A la hora de planificar una cena romántica no solo tenemos que tener en cuenta la comida. Todo lo que la rodea es, incluso, más importante, asegura Padilla.
“Una cena perfecta para San Valentín en casa pasa ineludiblemente por un cambio en el ambiente habitual del comedor o de la estancia elegida. Luces, velas, evitación del estruendo audiovisual que desvíe la atención y acercamiento al despertar de los sentidos con olores deliciosos de incienso o esencias sutilmente evaporadas en un quemador. El olfato y la memoria están estrechamente unidos, así que quien se encargue de la preparación de la cena puede buscar provocar en la otra persona un recuerdo con las especias de la comida, la bebida o las esencias quemadas, o directamente con el perfume...”
En estos días de frío, asegura el psicólogo, también es importante no ser rácanos con la calefacción, apostando por una temperatura que predisponga a la comodidad más absoluta. La música también puede ayudar, pero sin que se convierta, claro está, en la atracción principal.
Es la conversación y el trato los que debe marcar el camino correcto. “Debemos subrayar de cara al otro sus cualidades, lo mucho que nos aporta, el bienestar que uno siente”, asegura Cañamares. Y es que, según Padilla, “la buena gestión de la conversación es básica para mantener el buen tono una cercanía emocional”. Si esto se logra, tenemos el trabajo hecho.
“Tras la cena puede estar bien tomar una copa en el sofá escuchando música o bailar agarrados la leve melodía de fondo dejando que los cuerpos se acompasen y nos lleven a donde quiera que San Valentín quiera”, concluye Padilla. Y que así sea.
Este artículo se publicó originalmente el 14 de febrero de 2018
Imágenes | iStock/Museo del Prado/Pixabay
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