Encontrar alguien que se resista a un chocolate caliente es complicado. Su punto de leche, la textura cremosa del chocolate, la temperatura… El invierno invita a esta bebida de leyenda que, evidentemente, ha cambiado muchísimo con el paso de los siglos.
Convertida en bebida de los dioses por las culturas prehispánicas como los aztecas y los mayas, el chocolate –y el cacao, de donde se saca– lleva formando parte de las culturas americanas milenios. Tanto como para que ahora una serie de arqueólogos hagan temblar varios cimientos que amenazan con poner en jaque buena parte de lo que sabíamos sobre el cacao y su historia.
Sabíamos o creíamos saber, claro. Porque la realidad sobre la que está trabajando actualmente un grupo de investigadores de la Universidad de California Berkeley apunta a derrumbar lo que presuponíamos sobre el cacao: su origen mesoamericano.
Sí, tenemos constancia de que las civilizaciones de América Central como los olmecas y los mayas ya procesaban las semillas de cacao para elaborar bebidas, utilizarlas en rituales y festejos y, en resumidas cuentas, tener presente una forma de consumir chocolate ya en el año 1.900 a.C.
Pero el equipo encabezado por la investigadora Rosemary Joyce va más allá. Ya no solo hablaríamos del año 3.000 a.C, sino que dejaríamos de hablar de Mesoamérica como origen del cacao o del chocolate, sino que habría que cambiar el foco.
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Habría que bajar hacia el Alto Amazonas, hoy perteneciente a Ecuador, donde una investigación arqueológica en la que han participado varias universidades distintas han encontrado lo que sería la referencia urbana más antigua de la cultura Mayo-Chinchipe y, a su vez, el hallazgo apunta a una posible demolición de las creencias habituales sobre de dónde procede el cacao y quién empezó a consumirle. Y la respuesta estaría en el sitio arqueológico de Santa Ana - la Florida, en la selva amazónica de Ecuador.
En la excavación, de la que se hace eco la revista Science Adviser, los investigadores han encontrado ejemplos de cerámica muy elaborada con vasijas que recuerdan a las que los mayas utilizaban para elaborar cacao. No solo eso, pues podría ser una coincidencia, sino que hay más. Mucho más.
Analizando algunos de estos utensilios, los científicos han comprobado que hay restos de cacao en ellos. Para ello, por ejemplo, rasparon los restos carbonizados del residuo que había dentro de algunas de estas vasijas y comprobaron que había trazas de almidón con una forma que solo se ha visto en el árbol del cacao.
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También apreciaron que hay evidencias químicas de teobromina, un compuesto que solo aparece en las semillas maduras del cacao y que, por ejemplo, es el estimulante naturalmente presente en este producto, de igual modo que la cafeína 'pertenece' al café. Al mismo tiempo, la investigación también sometió a un análisis de ADN a estos restos, lo cual los emparentaría con los árboles del cacao modernos.
Con estos mimbres, la investigación apunta que hubo culturas en el interior de Ecuador que habrían utilizado el cacao hace más de 5.000 años, por lo que se convierten en los registros más antiguos jamás conocidos del chocolate en manos humanas, como se publicó en la revista Nature Ecology & Evolution.
Lo que no está demostrado y, hasta la fecha, no se ha conseguido es comprobar si esta evidencia parte de cacao 'domesticado', un mérito que sigue correspondiendo a una excavación hondureña donde se han encontrado los restos de cacao cultivado por humanos más antiguos, datados hace más de 3.600 años.
Imágenes | Michael Blake - University California Berkeley / Imagen de wirestock en Freepik / iStock
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