Todos los alimentos y piensos para animales comercializados en España y en la Unión Europea deben cumplir los mismos requisitos fijados por la legislación respecto a la seguridad alimentaria. Para ello se realizan controles en los puntos fronterizos por los que entran estos productos a nuestro país, independientemente del origen si es extracomunitario. Al detectarse cualquier anomalía, el país lo notifica inmediatamente.
España centraliza gran parte del comercio de alimentos y es de los países de la UE más activos en el sistema de alertas en el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF, por sus siglas en inglés). Son alertas que se notifican a diario con todo tipo de procedencias y diferentes grados de riesgo potencial, como se puede consultar libremente en la página oficial.
La alerta por el virus de hepatitis A detectado en unas fresas procedentes de Marruecos, tan difundida esta semana por la preocupación mostrada por AVA-ASAJA exigiendo más medidas de control, es solo una más de las que semanalmente llegan desde nuestras fronteras y de otros estados miembros. En este caso la relevancia sí era algo mayor al calificarse de riesgo severo, aunque, como recoge EFE, España notifica, de media, una alerta 'seria' similar a la semana.
Publicada ayer mismo día 6 de marzo aparece, por ejemplo, una alerta de riesgo serio por detectarse la presencia de aflatoxina B1 por encima del límite máximo permitido en arroz procedente de Pakistán. Entre los casos de las últimas semanas se han notificado alertas relativas a Salmonella, rotura de la cadena de frío, fragmentos de plástico, sustancias no autorizadas, migraciones de plástico, cadmio, etc.
Las alertas más comunes
La Unión Europea publica una memoria anual de las alertas registradas en el sistema RASFF, y la AESAN hace lo propio centrándose en el caso de España, aunque todavía no disponemos de los datos del año pasado.
Según datos publicados en la Memoria de actuaciones del Sistema Coordinado de Intercambio de Información (SCIRI) de 2022, se gestionaron un total 880 expedientes relativos a productos alimenticios en los que ha estado implicada España, de los cuales 363 correspondieron a alertas, 254 a informaciones, 255 a rechazos y 8 a los clasificados como “novedades”.
De esas 617 notificaciones tramitadas como expedientes de alerta o de
información, 235 fueron de productos de origen animal, 232 vegetal, 62 MECA (materiales en contacto con alimentos), y 88 correspondieron a 'otros productos' (complementos alimenticios, enzimas, productos preparados...).
En cuanto al motivo de las notificaciones, se clasifican en función de los peligros detectados en los productos de acuerdo con su clasificación en biológicos, químicos, físicos y 'otros peligros' (que por sus características no pueden encuadrarse en los grupos anteriores). Los motivos químicos fueron los mayoritarios, con 297 notificaciones frente a las 181 de peligros biológicos.
En los peligros químicos se incluyen aditivos, composición de los productos, fitosanitarios, migración por MECA, metales pesados, composición, toxinas fúngicas, aditivos, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) y medicamentos veterinarios. Destacan las alertas por fitosanitarios, con el 30% de estas notificaciones.
Entre los peligros biológicos se incluyen bacterias, biotoxinas, virus, hongos y levaduras, toxinas biológicas (histamina) y parásitos, correspondiendo el 68% a bacterias, seguidas de lejos por las alertas por virus, solo un 12% del total de este tipo de peligros. De las 123 notificaciones por bacterias, 94 se han notificado en productos de origen animal y de estas, 57 se deben a Salmonella, E. coli y Listeria.
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