En estos dos detalles deberías fijarte al comprar aceite de oliva y casi nunca lo hacemos

Con el precio del aceite de oliva por las nubes, caer en los productos reclamo y en los ganchos comerciales está a la orden del día. Sin embargo, en muchos casos nos aferramos al factor precio, dejando de lado realmente el tipo de producto que estamos consumiendo.

Diferencias abismales de precio, incluso dentro de aceites de la misma categoría, nos sorprenden. Sin embargo, hay un error más que habitual que solemos cometer, ya no sólo con el aceite de oliva, pero que en este caso resulta especialmente sangrante.

Insistimos en que pasa con otros productos, aunque no es el único detalle en el que deberíamos fijarnos para comprar aceite de oliva. Y no, no nos estamos refiriendo al tipo de formato. Tampoco a creer que hay perfiles más cualitativos en función del tipo de envase.

De esta manera, un aceite no va a ser necesariamente mejor —ni peor— por venir en una botella de medio litro de cristal que uno que venga en un botella de pet de dos euros. Otro cantar es cómo envejezcan y cómo se oxiden, pero el formato no es definitorio para analizar la calidad de un aceite.

Los dos detalles para que no te la líen al comprar aceite de oliva

Tampoco lo es el precio, como podemos entender, aunque es cierto que los aceites de oliva de más calidad suelen ser los más caros. Aunque esto no es una máxima que siempre podamos aplicar, más aún cuando vemos aceites comerciales a precios elevados que pueden ser de calidad inferior en términos de sabor a aceites más baratos.

Sin embargo, hay dos factores fácilmente identificables que nos deberían interesar para comprar el aceite de oliva y a los que no prestamos demasiada atención.

El primero de ellos es el de la categoría del propio producto. Sabemos —o deberíamos— que hay cuatro categorías principales de aceite: aceite de oliva virgen extra, aceite de oliva virgen, aceite de oliva y aceite de orujo de oliva.

De todos ellos, el más cualitativo a nivel organoléptico es el primero, mientras que tiene las mismas bondades nutricionales que el segundo respecto a la protección cardiovascular, por ejemplo, tal y como explicaba un estudio del CSIC.

Algo que ya no sucede de la misma manera con el concepto 'aceite de oliva' que es una mezcla de aceites refinados con virgen extra o con virgen (o con los dos). Por último, estaría el aceite de orujo de oliva, que no tiene ninguna mezcla y se elabora a través de procedimientos químicos que permiten aprovechar los huesos de la aceituna.

No obstante, más allá de que realmente identifiquemos las diferencias en el etiquetado del aceite de oliva, siempre conviene echar un vistazo a un detalle que los supermercados e hipermercados convierten en letra pequeña y que, a veces, casi resulta imposible comprobar.

Algo especialmente práctico cuando estamos hablando de ahorrar y que no es otra cosa que el peso por kilo. Esta cifra, cuya explicación resulta evidente, es la mejor herramienta a la que aferrarnos para comprobar realmente si lo que estamos comprando representa una ganga o nos están dando gato por liebre.

Es posible que encontrar una garrafa de dos litros a 18 euros nos parezca cara, pero si vemos que hay una botella de 750 centilitros, exactamente con el mismo aceite, a 8 euros quizá nos parezca una mejor idea en términos económicos.

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Evidentemente, también hay que baremar el consumo de aceite de oliva que hacemos en casa, pero siempre insistimos en prestar más atención al concepto "precio por kilo" o "precio por litro" para que sepamos qué estamos pagando de más o de menos cuando nos venden envases unitarios.

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