El curso televisivo gastronómico ha arrancado con el estreno de la cuarta edición de MasterChef Celebrity, del que por el momento no podemos decir que haya muchas novedades. Pero tampoco esperábamos otra cosa; la fórmula del reality ha funcionado hasta ahora muy bien, y es lógico que quieran explotarlo.
El reparto, es decir, la selección de concursantes, vuelve a contar con caras muy conocidas que prometen dar mucho juego y no tienen ningún reparo en apostar por la pura comedia y un poco de paripé. O un mucho, porque hemos tenido que sufrir un falso casting de media hora forzado en exceso que ha servido para dejar bien claros los roles que va a asumir cada celebrity.
Ya en las cocinas del programa, y tras el obligatorio tour de presentación con degustación de macarons incluido -¿seguro que se les trata igual que a los concursantes no famosos?-, por fin se presentaba el primer reto en el que ya teníamos ganas de ver cocina de verdad: la caja misteriosa inaugural. Falsa alarma, los cajones escondían una copa de vino.
Antes de encender ningún fogón teníamos ya las primeras visitas con la llegada de Saúl Craviotto y Miguel Ángel Muñoz, antiguos ganadores, pero el reto venía de la mano de Yotam Ottolengui, chef de origen israelí afincado en Londres, y gran maestro y defensor de las verduras. Tras presentar dos originales platos en la línea de su cocina, a los aspirantes se les pidió cocinar, cómo no, recetas vegetarianas.
Con algo de confusión a la hora de coger los ingredientes -Ana Obregón se quedó sin cebolla por no ponerse las gafas- o manejando conceptos básicos -Tamara Falcó parecía ignorar que para cocer primero hay que llevar el agua a ebullición-, solo Juan Avellaneda se atrevió a preparar un postre, una "reinterpretación" del carrot cake, que resultó un éxito.
Igual que en la edición anterior, en esta primera prueba ya iba quedando claro quiénes son los aspirantes con nulas capacidades culinarias. Quizá el problema sea que los, a priori, más negados, también pueden ser los que más juego mediático y gracia aporten al show. Sin ir más lejos, la ensalada "Vida" de Juan Salazar -un despropósito de espinacas llenas de tierra mezcladas sin ton ni son con un puñado de ingredientes más- fue uno de los éxitos de la noche, al menos en las redes sociales.
Pero también veíamos ya potencial y ganas de aprender en otros aspirantes más ambiciosos como Ana Milán, quien quiso emular al gran Rodrigo de la Calle homenajeando también a su abuela, o cierta intuición estética a la hora de emplatar, si bien casi todos fallaban al tratar de combinar sabores o sazonar -por efecto por defecto-. El primer ganador, Avellaneda con el único postre de la prueba.
Al asalto del restaurante de Jordi Cruz
El primer reto en exteriores nos llevó hasta Girona donde los participantes se dividieron en los tradicionales equipos para enfrentarse a un menú de Jordi Cruz en las cocinas de uno de sus restaurantes, Atempo, dentro del Hotel Sants Metges de la fortaleza de Sant Juliá de Remis.
Con Avellaneda liderando al equipo rojo y Ana Obregón el equipo zul, las celebrities tuvieron que cocinar cada grupo platos de Jordi para 42 comensales formados por artistas de diversas disciplinas. Una lubina asada con texturas, aguas de gazpacho o un postre de texturas dulces y saladas de xocolate no se lo iban a poner precisamente fácil a unos aspirantes aún demasiado novatos
La dificultad y falta de experiencia se reflejó claramente en la poca soltura con la que se manejaban trabajando en equipo dentro de una cocina profesional. Llegaron las primeras rencillas cuando el grupo de Avellaneda, con Los Chunguitos y el Sevilla a la cabeza, se dedicaban más a cantar y picar un poco a los rivales. Mientras Ana Obregón demostraba una clara falta de liderazgo y no demasiado interés, el equipo azul salió más airoso del reto.
Está claro que a @vickymberrocal le supera la forma de ser capitana de Ana Obregón https://t.co/5KB3O2GWnE #MCCelebrity pic.twitter.com/nuc51ipXP7
— MasterChef (@MasterChef_es) 11 de septiembre de 2019
El grupo de la actriz fue, sin sorpresas, el peor parado de la prueba -con regañina incluida a su líder, que no parecía muy preocupada-, y tocaba volver a las cocinas para enfrentarse a la primera prueba de eliminación de la temporada.
Ana Obregón, un paso fugaz por el programa pero dejando huella
Ya con los delantales negros puestos, antes de retomar la cocina Yolanda Ramos quitó un poco de tensión reproduciendo su conocida imitación "sexy" de Ana Obregón -azuzada por Pepe Rodrgíguez-, que generó muchas risas a pesar de que la imitada no parecía tan divertida, aunque decía tomárselo con humor.
Los jueces pusieron delante un tajine marroquí elaborado con 35 ingredientes distintos que los concursantes tuvieron que identificar en una ronda de adivinación, un preámbulo que a esas horas ya se hacía algo eterno. Vicky y Elena, al acertar cinco, se salvaron de la prueba.
Tras una segunda cata a ciegas de ingredientes en una ruleta -les encanta el espectáculo de variedades-, la prueba consistía en elaborar un plato libre con todo lo que habían acertado. El chef Toño Pérez, del restaurante Atrio con dos estrellas Michelin, volvía a pasarse por el programa para intentar guiarles un poco.
Parece que cuando el plato es libre los aspirantes se lían un poco de más al tener que improvisar sobre la marcha, ya que no tienen aún suficientes tablas en la cocina. Esto puede llevar a grandes lucimientos o desastres que no funcionan; la falta de coherencia de todos los componentes o un emplatado que pretende ser original, fallando estrepitosamente, son ejemplos comunes en estas primeras fases del concurso.
Mientras algunos platos no pasaban del aprobado justito sin más, como los "espagats de calabacines con salmón y huevo poché' de Almudena Cid, otros lograron llevarse alabanzas, como las 'croquetas sexy' de bacalao de Yolanda Ramos o el guiso de cordero de Féliz Gómez, siguiendo la inspiración marroquí.
Te quiero @JordiCruzMas https://t.co/5KB3O2GWnE #MCCelebrity pic.twitter.com/KIgRLLNj9M
— MasterChef (@MasterChef_es) 11 de septiembre de 2019
Pero solo podía ser uno el expulsado, y al final la decisión quedó entre José Miguel Antúnez y Ana Obregón. El "atún a la cata a ciegas", con un lettering fallido que no se libró del regodeo crítico de Jordi al que nos tiene acostumbrados ("has hecho una marranada"), no superó el suspenso. La mediática actriz se convertía en la primera expulsada de la cuarta temporada.
Veremos lo que aguantan otros aspirantes con muchas menos dotes culinarias y cómo afrontar tener que enfrentarse a retos de expulsión sin el apoyo de un equipo detrás.