La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) acaba de publicar una actualización sobre la evaluación de seguridad respecto al uso del dióxido de titanio (E171) como colorante alimentario. Los últimos estudios concluyen que no se puede descartar el riesgo de sufrir ciertas patologías por la posible acumulación de partículas de titanio en el organismo, por lo que no se pueden establecer niveles seguros para su ingesta.
El E171 es un colorante natural obtenido de la extracción de la ilmenita, una roca mineral, capaz de reflejar la luz que recibe y que permite potenciar así el color blanco en los productos a los que se añade. Es un aditivo habitual presente en chicles, gominolas y caramelos, así como chocolatinas, dulces, productos de repostería o salsas y otros alimentos elaborados, como subproductos del pescado, bebidas en polvo o postres lácteos.
Por qué su consumo podría no ser completamente seguro
Tal y como explicaba Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, al conocerse la noticia, el dióxido de titanio llevaba un tiempo bajo la lupa por sus posibles riesgos para la salud, en su uso como aditivo alimentario, especialmente tras la prohibición del mismo en Francia el año pasado. Aunque su empleo en otras industrias como la coméstica o la pintura no entraña problemas, su ingesta generaba incertidumbre ante la posible genotoxicidad sugerida por diversos estudios, también en Estados Unidos.
La genotoxicidad que preocupa a las autoridades es la capacidad de una sustancia química para dañar el material genético de las células en vivo, el ADN, y puede generar diversos efectos perjudiciales como daños en el sistema inmunológico, microlesiones en el intestino y el colon, síndrome del intestino irritable o incluso puede dar lugar a efectos cancerígenos.
El E171 forma parte hasta ahora de la lista de aditivos alimentarios autorizados por la Unión Europea, según el anexo II del Reglamento (CE) 1333/2008. Sin embargo, ya desde su aprobación la EFSA era consciente de que existían dudas sobre la ausencia total de riesgos, por lo que este aditivo estaba siendo reevaluado con nuevos análisis.
La controversia creada en los últimos tiempos ha acelerado el dictamen final de la Comisión Técnica, teniendo en cuenta los nuevos informes y estudios ahora disponibles respecto a la evaluación previa, y concluye que, aunque la absorción de las partículas de dióxido de titanio es baja tras su ingesta, éstas pueden acumularse en el organismo.
Matthew Wright, presidente del grupo de trabajo de la EFSA sobre el E171, ha declado que: "Aunque las pruebas de los efectos tóxicos generales no eran completamente concluyentes, sobre la base de los nuevos datos y los métodos reforzados que utilizamos, no pudimos descartar la preocupación por la genotoxicidad y, en consecuencia, no pudimos establecer un nivel seguro para la ingesta diaria del aditivo alimentario".
A partir de este dictamen, ahora es deber de la Comisión Europea y los Estados miembros trabajar coordinadamente para tomar las acciones que consideren necesarias. Puesto que la UE actualiza y modifica la legislación en materia de seguridad alimentaria en base a las recomendaciones de la EFSA, se espera que, finalmente, se retire este colorante de la lista de aditivos autorizados.
En cualquier caso, como ya nos tranquiliza el propio Lurueña, no debe cundir el pánico, pues no es que ingerir este colorante sea un peligro inminente para la salud, sencillamente no se pueden descartar posibles efectos negativos en ciertas patologías.
Mientras tanto, el consumidor que prefiera evitar su consumo por precaución, solo tiene que leer el etiquetado correspondiente de cualquier producto suscepcible de contener este aditivo, ya que apartece indicado con su nombre común (dióxido de titanio) o el símbolo E171. Sobra recordar que son los ultraprocesados los productos que suelen recurrir a colorantes.
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