La final de MasterChef olvida polémicas para mostrar buena cocina (y muchas lágrimas): el vencedor confirma los pronósticos

Muy larga se ha hecho la final de la séptima edición de MasterChef, como de costumbre, eternizando el duelo final que coronaría finalmente al vencedor. Es realmente una pena que la cadena se empeñe en hacer programas interminables, empezando encima ya muy tarde, pues el sueño y la modorra que daba el calor ha quitado emoción al último tramo.

Pero todo llega a su fin y hemos visto mucha cocina con buen nivel bien acompañados de estrellas Michelin, como viene siendo habitual. Teresa, Aitana, Aleix y Valentín han tenido que demostrar sin más excusas todo lo que han aprendido a lo largo de estas semanas enfrentándose a los últimos grandes retos.

El primer reto de caja misteriosa venía de la mano de David Muñoz de DiverXO, único restaurante con tres estrellas Michelin en Madrid. Los aspirantes parecían muy contentos de tener enfrente al popular chef, aunque las sonrisas se apagaron pronto en cuanto arrancó la prueba culinaria.

El desafío consistía en algo ya habitual de las finales del programa: replicar un plato del cocinero cocinando a su ritmo, siguiendo sobre la marcha las indicaciones, obligándoles a no perder la concentración ni un segundo, pues cualquier mínimo despiste se paga caro. Como hemos visto en ediciones anteriores, los chefs en esta prueba no suelen repetir ninguna indicación y procuran llevar un ritmo rápido, aunque factible.

Es una prueba muy agradecida para el espectador realmente interesado en la cocina, porque podemos ver de verdad a un profesional del máximo nivel en pleno espectáculo entre fogones. David ciertamente se ha portado bastante bien, sin acelerar demasiado e intentando llamar la atención de los aspirantes en los pasos clave, cuando le ignoraban un poco al estar enfrascados en cada paso.

A medida que la prueba iba avanzando, los concursantes han ido perdiendo el ritmo y cometiendo pequeños fallos, quedándose atrás en ciertos pasos. Aitana parecía que se quedaba sin sofrito y Valentín prefería ir "lento pero seguro". Teresa hablaba poco, signo del nivel de concentración que exigía la receta, y Aleix apenas pronunciaba palabra. Se notaba que era, al fin y al cabo, la final.

La cosa se complicaba cuando se trataba de medir al milímetro ciertos ingredientes, pues las cifras se aturullaban en la memoria de los aspirantes. David Muñoz y los jueces se portaron bien, permitiendo repetir algunas cantidades. Una el chef había terminado, disponían de 1 minuto para emplatar; 60 segundos muy escasos para algunos.

A Valentín le faltó el espagueti de palo cortado y le quedó demasiado graso; el plato de Aitana, muy decepcionada, reflejaba cierto caos y un mal acabado que fallaba especialmente en los dumplings; Teresa salió triunfante y Aleix falló al final al dejarse la salsa sin emplatar y no cocinar bien el pescado. Estaba claro: la primera duelista tenía que ser Teresa.

Muchas lágrimas en Denia y la visita de viejos conocidos

En la siguiente prueba nos hemos ido hasta Denia para ver a los aspirantes desenvolverse en las cocinas de Quique Dacosta Restaurante, también triestrellado. El chef extremeño ha presentado seis platos de alta cocina de autor llenos de simbolismo con su tierra y su propia vida, que los concursantes se han repartido en orden, y tenían que servir a los 12 duelistas de las ediciones anteriores.

Mientras los aspirantes iban agobiándose cada vez más, sobre todo por el estrés de ir contrarreloj con unas elaboraciones complejas, la nota emotiva la iban poniendo los viejos conocidos del programa que además se dejaban caer entre fogones para motivar un poco; y distraer también. A Valentín se le quemaba todo y las blondas no le salían, y Aitana era un manojo de nervios aceleradísimo. Por suerte para ellos, Dacosta estaba por allí para sacarles de más de un apuro, y los jueces también.

Aitana tenía que presentar su segundo plato y no tenía nada terminado, porque unos discos de masa no le salían y había cometido el error de marcar los pichones sin eviscerar, un fallo garrafal de principiante, síntoma de los nervios y la presión del momento. Su frustración acabó en lágrimas pero allí estaba Jordi para quitarse el antifaz de malote y calmar un poco a la concursante. Finalmente el plato presentado ha sido elaborado casi enteramente por Dacosta, con notable éxito en la cata -obviamente-.

Estaba claro que, sin haber podido terminar su segundo plato, Aitana se tenía que quedar a las puertas de la final. Más lágrimas y emoción han despedido a la positiva concursante que se iba con los ojos rojos pero contenta, aunque un poco frustrada por no irse por la puerta grande. Los nervios son muy malos, y el nivel de exigencia muy alto.

Jordi ha confesado su orgullo hacia Aleix y Valentín y les ha dedicado muchos elogios, quizá buscando exprimir aún más el momento lacrimógeno de la final, pero era evidente que el pescadero iba a ser el segundo finalista y duelista de la edición.

El duelo final que necesita un recorte

Pasaban las doce y media de la noche cuando arrancaba, por fin, el gran duelo final entre Teresa y Aleix. Con esa gran naturalidad que siempre caracteriza a los jueces -¿alguien insinúa que recitan un guion?-, se presentaba a los finalistas recordando sus mejores momentos e insistiendo en que es la edición con más nivel y pruebas nunca vistas.

Realmente la cocina no ha empezado hasta casi la 1 de la madrugada, entre vueltas a repetir los premios y, otra vez, más emoción con la visita de los familiares y de todos los aspirantes que se han ido quedando por el camino. ¿Se acordaban los espectadores de todos? A esas horas los recuerdos ya están borrosos.

Mucho buen rollo y jijí-jajá, como toca en estas galas finales de despedida, parecían olvidar los malos rollos y rencillas que tanto han potenciando en la edición. Ahora la narrativa era otra y, por fin, había que ponerse a cocinar.

Como de costumbre, el duelo final consistía en preparar un menú completo de tres platos: entrante, principal y postre, con dos raciones completas de cada uno, en el que sacaran a relucir todas las técnicas aprendidas. Sabor, ejecución, complejidad y emplatado eran factores en los que no se podía fallar.

Teresa ha querido homenajear a Galicia con su menú: tartar de bogavante con emulsión de sus cabezas y sorbete; merluza con chicharrones, esferas de queso tetilla y patatas soufflé, y su versión de café y chupitos.

Aleix ha tirado para su tierra con guiños al mediterráneo y Cataluña: pan tumaca con ajo negro y sardina ahumada, recreación del mar con varios productos marinos unidos por un jugo de rodaballo; y rocas lunares con helado de violetas y crema catalana.

Para evaluar los platos los jueces han contado con la participación de Gastón Acurio, chef peruano de reconocido prestigio mundial. La cata se ha desarrollado en el "restaurante", bien sentados a mesa y mantel, donde los aspirantes han ido sirviendo por orden los platos de sus menús. Por cierto, el pan de la mesa tenía una pinta infame.

Los dos finalistas han demostrado el nivel alcanzado desarrollando menús bien diseñados con sentido, ejecutados con profesionalidad y bien presentados, algo más conservador el de Teresa, pero sin pecar de exceso de tradicional. La cosa ha estado muy igualada pero finalmente ha sido Aleix el que se ha llevado más alabanzas del jurado, convirtiéndose en vencedor.

Se decía que era el favorito de Jordi y curiosamente se ha mantenido la tónica de la paridad en los ganadores: desde la primera edición se han ido alternando hombres y mujeres. Casualidad o no, el joven pescadero se ha coronado como vencedor llevándose los premios más jugosos. Ahora la maquinaria del programa ya estará rodando para traernos la nueva temporada de MasterChef Celebrity, pero se agradecerá tener un paréntesis entre tanto "¡Sí Chef!".

Fotos | RTVE

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