La asociación ecologista Pro Wild alerta sobre las graves consecuencias de la importación indiscriminada de ancas de rana en Europa
La Unión Europea importa más de 4.000 toneladas de ancas de rana al año de terceros países, siendo Francia, como gran consumidor, el principal destino de este producto. Estas elevadas cifras, que se llevan manteniendo desde hace décadas, no solo ha puesto en peligro a varias especies de anfibios fuera de Europa, también está afectando directamente a los ecosistemas donde habitan.
Es el mensaje de alerta que ha emitido la asociación ecologista alemana Pro Wildlife mediante una carta firmada por más de 550 científicos, investigadores, biólogos y veterinarios europeos, dirigiéndose directamente al presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, pidiéndole que tome medidas urgentes.
Según las cifras referenciadas por la asociación, las importaciones europeas equivalen al sacrificio de entre 80 y 200 millones de ranas al año, con una gran mayoría procedente de poblaciones salvajes de Indonesia, Turquía y Albania, así como de anfibios de criadero y salvajes de Vietnam.
Estudios de campo recientes apuntan a que son varias ya las especies de ranas que han experimentado un acusado declive en sus poblaciones silvestres, como Limnonectes macrodon, Fejervarya cancrivora o Fejervarya limnocharis, las cuales hasta hace unos años no estaban consideradas como especies amenazadas.
Los expertos alertan del peligro que supone esta reducción drástica de las poblaciones de anfibios, no solo por el riesgo de extinción o desaparición de los animales en determinadas zonas, también por las graves consecuencias que puede tener en sus propios ecosistemas, en los que los anfibios juegan un papel fundamental para mantener un equilibrio que también afecta al ser humano. Tal y como señala la asociación, las ranas contribuyen al control de plagas, mantienen equilibradas las poblaciones de mosquitos y otros insectos y también pueden servir como bioindicadores, su presencia puede proporcionar información sobre el estado de salud de un ecosistema concreto.
No es la primera vez que se produce esta situación. Hace apenas 15 años la comunidad científica ya alertó de un “efecto dominó” de peligro de extinción por las altas importaciones de anfibios de la India y Bangladesh, principales proveedores de la UE desde los años 80, que provocaron un colapso de las poblaciones de ranas silvestres. Como consecuencia de ello aumentó el uso de pesticidas en agricultura, y desaparecieron los distintos niveles tróficos de las poblaciones de ranas, lo que favoreció el aumento de plagas de insectos agrícolas y transmisores de enfermedades contagiosas para el ser humano, como la malaria.
Entonces se introdujeron las especies más amenazadas en la lista de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), prohibiendo tanto India como Bangladesh las exportaciones de estos animales. Los países mencionados anteriormente tomaron el relevo, ya que la demanda de ancas de rana no ha disminuido y las poblaciones de ranas autóctonas de Francia y la UE están protegidas contra la explotación comercial.
Los expertos firmantes de la carta de Pro Wildlife piden a Francia, como principal responsable del comercio de ancas de rana, asuma la iniciativa necesaria para incluir nuevas especies de anfibios en la próxima conferencia de CITES y se preparen las bases políticas necesarias para regular, restringir, y asegurar la sostenibilidad del comercio internacional de ancas de rana.
Fotos | Unsplash/Samuel Giacomelli - Louisiana Sea Grant College
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