Fraude alimentario: hasta un 46 % de la miel importada en Europa podría estar adulterada

La Comisión Europea acaba de publicar los resultados de la operación From the hives ("Desde las colmenas") cuyo objetivo era detectar posibles fraudes en la miel importada desde fuera de la Unión, poniendo el foco especialmente en mieles adulteradas con azúcares añadidos.

Se trata de una acción a gran escala coordinada entre 16 países miembros, más Noruega y Suiza, que arrancó con una primera fase de toma de muestras en las fronteras, entre octubre de 2021 y febrero 2022. De las 320 muestras analizadas, un 46 % son sospechosas de no cumplir con la normativa de la UE que regula la calidad de la miel apta para la venta y el consumo, y, por tanto, se trataría de un fraude alimentario.

Miel adulterada con azúcar

Con las muestras reunidas en las distintas fronteras europeas, se pasó a una segunda fase de la operación. Los países participantes y la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la UE recopilaron información de los operadores sospechosos de fraude, además de elementos de trazabilidad de las distintas mieles.

Después, cada uno de los países investigó a fondo en los lugares de importación, transformación, mezcla y envasado de los envíos de miel bajo sospecha, con el apoyo de investigadores de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF). De las 320 muestras tomadas y analizadas por el Centro Común de Investigación (CCI), 147 (46%) eran sospechosas de no cumplir la legislación.

Es un porcentaje notablemente mayor al de una operación similar desarrollada unos años antes, donde solo se detectó adulteración en un 17 %. Aunque no suponen ningún riesgo para la salud, estos productos adulterados sí suponen una grave amenaza económica para un sector ya muy dañado en Europa, que además pone en duda la propia reputación de la miel europea y merma la confianza del consumidor en la seguridad de la cadena alimentaria de la Unión.

La práctica habitual de los autores de fraude consiste en mezclar la miel con jarabes de azúcar que abaratan el coste, produciendo una miel de calidad muy inferior, pero mucho más barata y que, a menudo, el consumidor no es capaz de distinguir, al menos hasta que la prueba. Por tanto, el principal perjudicado es el pequeño productor artesano de miel local, incapaz de competir con unos precios tan bajos.

La desaparición de la apicultura europea supone una pérdida irreversible no solo a nivel económico y cultural, también tiene consecuencias negativas en la agricultura, la biodiversidad y los ecosistemas que dependen de las abejas. Según la información manejada por la UE, la miel adulterada a menudo pasa desapercibida en nuestros mercados.

Ante estos resultados, la Comisión ya ha solicitado a los países que tomen medidas para combatir el fraude, aumentando los controles y sancionando a los operadores que introducen y distribuyen estas mieles adulteradas en el mercado europeo. Además, se está trabajando para revisar la Directiva actual y proteger mejor tanto al consumidor como a los productores, promoviendo un etiquetado detallado del origen.

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