Las guerras del kiwi: Nueva Zelanda y China luchan por controlar la nueva variedad dorada de la lucrativa fruta

Los amantes del kiwi tienen que agradecer a Nueva Zelanda que la extraña fruta se convirtiera en una de las más populares en todo el mundo. El kiwi, sin embargo, es un producto de origen chino, que los neozelandeses supieron convertir en un lucrativo negocio. Ahora se da la paradoja de que el gigante asiático les está comiendo terreno al producir sus propios kiwis dorados, una variedad desarrollada por Zespri que, según denuncia la compañía, fue introducida de contrabando en China para producirla localmente.

Esta situación ha provocado una delicada guerra comercial y política entre las dos naciones, con Nueva Zelanda enfrentándose al dilema de si debe hacer valer su posición como propietaria legal de los derechos de producción, o si no le queda más remedio que dejar que los cultivos chinos sigan su curso. Como recoge el diario británico The Guardian, Zespri tiene la ley de su mano, pero las consecuencias de enemistarse con China pueden ser devastadoras para la economía del pequeño país.

La codiciada fruta dorada

Desde que la extraña fruta, bautizada como kiwifruit en 1959, se adentró en los mercados internacionales, la producción de kiwis en Nueva Zelanda no dejó de crecer. En pocos años desbancó por completo las exportaciones de otras frutas populares como la manzana, y se convirtió en el motor económico de un país que depende en gran medida del comercio internacional.

En 2019 se exportaron unas 545.800 toneladas de kiwis, con dos tercios destinados a Asia. Ya en 2015 China importaba una cantidad notable de la fruta, pero no fue hasta ese año cuando Zespri International Limited, líder del mercado mundial del kiwi, decidió aumentar su presencia en el país empezando a producir sobre el propio terreno, como ya hacía en otros lugares del mundo. Esto permite mantener su posición hegemónica reduciendo los costes de transporte y asegurando cosechas todo el año.

Ya entonces preocupaba la protección intelectual de sus variedades, no solo porque podrían ser aprovechadas por la competencia y perder nicho de mercado, sino también por la falta de control de producciones ajenas que podrían dañar la reputación de la calidad de sus kiwis. Los temores de la compañía no eran infundados.

El kiwi dorado comenzó su andadura en 1977, cuando científicos neozelandeses comenzaron a experimentar con semillas de la variedad Actinidia chinensis de Pekín. De sus cruces nacería en 1992 el Hort 16A, bautizado más tarde como Zespri™ Vita Gold, el kiwi amarillo que la compañía comercializa en España. Pero fue otra variedad desarrollada más tarde la que debía salvar la producción neozelandesa de una catastrófica plaga que asoló los cultivos a principios de la década de 2010.

Los millonarios esfuerzos por encontrar una solución dieron como resultado el nacimiento de la cepa Gold3, el llamado Sungold, un kiwi muy dulce, sabroso y con la piel fina desprovista casi de pelo, muy atractivo para el consumidor, resistente y barato. Un éxito redondo.

El kiwi dorado reconquista su país de origen

El kiwi Sungold se convirtió rápidamente en un éxito local e internacional, pero no tardaron en llegar rumores a Zespri de que en China se estaba cultivando sin autorización. Una investigación llevada a cabo por la compañía lo confirmaría, señalando a un emprendedor llamado Haoyu Gao como el responsable. Según el informe presentado, Gao logró hacerse con cepas de Sungold en su plantación de Nueva Zelanda, llevándolas de contrabando a China, donde no tardó en extenderse en forma de cultivos locales.

Aunque Zespri emprendió acciones legales y salió victoriosa, la producción ilegal de su preciado kiwi amarillo continuó extendiéndose por China, de forma imparable. En un informe elaborado por la empresa, según recoge The Guardian, de seguir al mismo ritmo, en poco tiempo las cifras producidas en China alcanzarán al valor de las exportaciones neozelandesas en el país.

La solución al dilema no parece sencilla, pues las autoridades chinas no parecen tener mucho interés en que se cumpla la ley en cuanto a los derechos de propiedad intelectual del kiwi Sungold, pues le interesa más apoyar a sus agricultores locales. El Gobierno neozelandés, por su parte, quiere evitar a toda costa un conflicto directo con el país asiático, ya que podría suponer un mazazo a su economía a medio y largo plazo. Y es que nadie quiere enemistarse con China.

Fotos | Unsplash - Pixabay
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