Son muchos los bares que ofrecen esta reconfortante bebida, una costumbre que no está implantada a nivel nacional y que sorprende a muchos
No es un mito, ni una leyenda urbana. En el norte de España, cuando el termómetro baja, los bares no solo ofrecen café o una caña, sino algo mucho más reconfortante: caldo caliente. Y no, no es un caldo con fideos, garbanzos o tropezones.
Se trata de un consomé sencillo, servido en pequeñas tazas o vasos, que muchos establecimientos dan gratis con la consumición. Para quienes no lo han vivido, puede sonar tan insólito como fascinante. Para los locales, en cambio, es tan cotidiano como pedir un pincho de tortilla.
Esta tradición, profundamente arraigada en comunidades como Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco, tiene un propósito claro: combatir el frío y dar un toque de hospitalidad que otros lugares ni imaginan.
Un cartel en la puerta del bar que dice “Hay caldo” es más que un reclamo comercial; es casi un gesto de generosidad que habla de una cultura que invita a recuperar el confort térmico ante un frío imponente, como sucede en muchas ciudades europeas.
De hecho, en muchas localidades, ni siquiera hace falta pedirlo: te lo sirven sin preguntar. El fenómeno tiene, sin embargo, un límite geográfico bien marcado. Cuanto más al sur se va, menos familiarizados están los españoles con este gesto de hospitalidad, tomando relevo otro tipo de sopas más emblemáticas y veraniegas como el gazpacho y el salmorejo.
Que un bar sirva algo caliente y gratuito puede parecer un despropósito en climas donde el invierno se vive con moderación y el verano se eterniza. Pero, para un norteño que viaja al sur, la ausencia de su reconfortante tacita de caldo puede ser casi un choque cultural.
El origen de esta tradición no está del todo claro, pero es fácil intuirlo. En zonas con inviernos húmedos y gélidos, pocas cosas sientan mejor que un sorbo de caldo bien caliente. Además, tiene un componente práctico: reconforta sin llenar demasiado, es fácil de preparar en grandes cantidades y, con un buen hueso y unas verduras, cuesta cuatro duros.
Al fin y al cabo, si los bares dan frutos secos o aceitunas con la bebida en otras partes de España, ¿por qué no dar algo caliente en el norte? Este es el planteamiento de una tiktoker que relata que se ha trasladado a vivir al País Vasco y que se ha visto sorprendida por esta costumbre.
En los comentarios se visibilizan los internautas super acostumbrados a este servicio y los que no habían oído jamás hablar de ello: “Yo soy de Catalunya y nunca lo he visto”, dice uno, mientras que otro afirma: “Yo creo que en casi todo el norte hay caldo”.
También hay quienes le ven aplicaciones prácticas más allá del frío: “Como asturiana, tomarme un caldín en un bar un día de resaca te resucita”, dice un mujer, mientras que otro lo considera una “fantasía” y bromea con que tendría que ser obligatorio que lo hubiera en todos los bares.
Foto | jenvit keiwalinsarid
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