¿Vamos a respirar los consumidores cuando en origen se paga a cuatro euros?
Hemos estado, durante meses, hablando del precio del aceite de oliva. Todo viene por haber acarreado malas cosechas consecutivas que han hecho que un producto tan español y de primera necesidad aumentase su precio.
Tanto como para haber visto en los lineales aceites que superaban con holgura los 10 precios el litro, al menos en el caso del aceite de oliva virgen extra. Convertido en uno de los caballos de batalla de medios, distribuidores, comercializadores y agricultores, el precio del aceite de oliva ha llenado páginas de todo tipo.
Y ahora, en cierto modo, las aguas vuelven a su cauce. Algo de lo que hemos hablado mucho en DAP en 2024, advirtiendo de que esta cosecha presumiblemente iba a ser una campaña buena. No aceptable, pero tampoco magnífica, pero sí buena.
Hemos tenido un año hidrológicamente muy potente en la principal zona productora, que no es otra que Andalucía. Y hemos tenido una primavera amable, que no ha llegado con olas de calor tempranas que achicharrasen la flor del olivo y, por consiguiente, impidieran la aparición del fruto.
Por eso, los datos de Pool Red, el organismo que mide las subidas y bajadas del precio en origen del aceite de oliva va dando un respiro. ¿Respiramos los consumidores? Pues no, o no del todo, pero sí es cierto que salvo en marcas que pretenden mantener sus márgenes o cubrir los precios de campañas pasadas, muy exigentes, los precios comienzan a dar tregua.
Encontrar aceite de oliva virgen extra, aunque sea de marca blanca, en los principales supermercados de España ya es posible por debajo de los siete y ocho euros. No obstante, para que la bajada del precio en origen se repercuta en el cliente final aún habrá que esperar bastante.
Según las salidas que ofrece Pool Red, vemos ya cómo el agricultor está vendiendo aceite a 4,1 euros el kilo en el caso del aceite de oliva virgen extra, bajando ligeramente a los 3,9 euros en el caso del virgen y situándose el lampante en 3,6 euros, según las medias ponderadas que se hacen en las salidas.
¿Por qué no vemos el cambio en el cliente final? Pues porque los envasadores y distribuidores también están terminando de dar salida a stocks previos y, sobre todo, están intentando minimizar los daños a su estructura de costes que supusieron las campañas anteriores, donde se ha llegado a pagar en kilo de aceite en origen a más de ocho euros.
Ahora bien: ¿es esto una buena noticia? Pues no, o no del todo. El aceite de oliva ni debería costar nueve euros ni debería valer menos de tres. Los costes de producción y márgenes del aceite deben dar margen a que el agricultor viva de manera sostenible y que todos los escalafones de la cadena ganen, pero no unos a costa de otros.
Conceptos que hemos contado en varias ocasiones en DAP y que conviene refrescar para que tengamos claro que el aceite es un producto al que deberíamos prestar más atención si queremos calidad y justicia agrícola.
Imágenes | iStock
En DAP | No todos los aceites de oliva lo usan, pero este símbolo indica que es un aceite de calidad
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