Solo tres países de todo el mundo mantienen la pesca legal de ballenas. Tres, curiosamente, que entran en las primeras posiciones del índice de desarrollo humano que, sin embargo, no evita que mantengan tradiciones pesqueras que se han abolido en el resto del mundo
Islandia, Noruega y Japón conforman el tridente donde, aún en 2024, la caza de ballenas está permitida. Una actividad económica de la que ya no dependen ninguno de los tres países, pues los ingresos por ella son pírricos, en términos globales para las tres naciones, son irrelevantes.
Sin embargo, eso no ha hecho que Islandia haya vuelto a salir a la palestra en las últimas semanas. ¿La razón? El gobierno del país insular ha prorrogado los planes quinquenales de pesca de ballenas que, como poco, llegarán hasta 2029.
Ha sido una de las últimas medidas adoptadas por el gobierno saliente, que ha perdido las elecciones el pasado 30 de noviembre, lo que ha irritado aún más a colectivos de protección y defensa de la naturaleza ante lo que se ha considerado un abuso de poder.
¿Qué significa esto para las ballenas? Pues que hasta 2029, al menos en la teoría, la única compañía ballenera que aún opera en Islandia podrá capturar la cuota de cetáceos que le corresponde según la ley.
¿De cuántas ballenas hablamos? Pues de más de 400, divididas en dos especies distintas. Por un lado, el rorcual común (Balaenoptera physalus), segundo animal más grande del planeta –solo por detrás de la ballena azul– y del que se podrán cazar anualmente 209 ejemplares.
Por el otro, el del rorcual de Minke o rorcual menor (Balaenoptera acutorostrata), uno de los balenoptéridos de menor tamaño, y del que la ley islandesa permitirá cazar hasta 217 animales.
La polémica, aparte del gesto que ha supuesto por parte del gobierno saliente, añade otra muesca en un largo enfrentamiento internacional que Islandia mantiene. Prueba de ellas cómo el país salió de la IWC (International Whaling Comission, la comisión internacional de las ballenas) en 1992, habida cuenta de que la IWC prohibió la caza comercial de cetáceos en 1986.
En 2002, Islandia volvió a las filas de la IWC, pero desde 2006 retomó las actividades de pesca comercial de ballenas, aún siendo miembro de la comisión. Se estima que entre 2006 y 2022, Islandia ha permitido la caza de alrededor de 1.000 ballenas.
Ahora la polémica vuelve a sacudir a la opinión pública islandesa y a los conservacionistas, una vez que parece que Hvalur –la única empresa ballenera que persiste en Islandia– tendrá licencia de pesca válida para 2024, aplicable a los dos barcos balleneros de los que la compañía dispone, según explica la agencia de noticias Reuters.
Desde junio a septiembre, época que dura la temporada de pesca, Hvalur podrá en 2025 capturar a esas más de 400 ballenas, cuyo fin comercial –en forma de carne, principalmente– es el mercado japonés.
"Este gobierno podía simplemente dedicarse a vigilar el fuerte, pero, en vez de eso, ha tomado la más controvertida y drástica decisión", lamentaba Sharon Livermore, directora de los programas de conservación marina de la International Fund for Animal Welfare, añadiendo además en declaraciones a la BBC que, "los pocos balleneros ricos del país continuan ejerciendo su influencia incluyendo en las últimas horas de este gobierno interino".
A ello se suman las críticas que también se vierten a raíz de la agonía de los animales, algunos de los cuales tardan en morir hasta dos horas, y donde un estudio independiente solicitado por la Autoridad Veterinaria de Islandia aseguraba que hasta un 41% de los cetáceos sufrían "inmensamente" durante una media de 11 minutos.
Imágenes | By Dagur Brynjólfsson - Flickr: Hvalskurður 026, CC BY-SA 2.0
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