Año tras año, los críticos especializados y los gastrónomos dejaban caer en sus predicciones que Lera merecía una estrella Michelin. Un discurso que se ha repetido desde hace más de una década, honrando con el beneplácito del público a una casa donde la caza es la columna vertebral.
Al mando, Luis Alberto Lera, que ha evolucionado este pequeño mesón rural hacia un restaurante auténticamente gastronómico, parada obligada para los amantes de la cocina cinegética. Castroverde de Campos, en la comarca zamorana de Tierra de Campos, se torna así entre otoño e invierno en un imprescindible de la cuchara, del pichón y de la caza.
Al tiempo ha evolucionado el propio Luis Alberto Lera junto a la cocina de su madre, Minica Collantes, el alma mater -literal- de este restaurante donde la legumbre, la proximidad, Castilla y el escabeche se llevan bordando desde hace décadas.
Un premio Michelin a la España vaciada
Mutado a Lera desde el antiguo nombre de Mesón de los Labradores, seguramente a esta noble casa le ha faltado conectar con una guía que también ha cambiado su modus operandi, valorando también el desempeño rural.
Se entiende también que Lera haya entrado por partida doble en la publicación francesa, consiguiendo también la Estrella Verde, que premia y pone en valor a proyectos gastronómicos donde la sostenibilidad es un pilar fundamental.
Son buenos tiempos para la moda —esperemos que se mantenga— del kilómetro 0, del concepto de la España Vaciada y, siendo sinceros, para una empresa que tiene como principal actividad la venta de neumáticos.
Enfocar las aperturas y triunfos gastronómicos en restaurantes a los que llegar fácilmente por tren o por avión también mina, o aporta cierto descrédito, a una guía donde el neumático y la goma son los que tiran del carro.
No extraña tampoco que en un año como 2021 hayamos visto, con la excepción de Valencia, a una Guía Michelin más pendiente de los extrarradios y de las periferias. Lera es un ejemplo, pero también lo son Nublo (en Haro), Coto de Quevedo (Torre de Juan Abad, Ciudad Real), Versátil (Zarza de Granadilla, Cáceres), Atalaya (Alcossebre, Castellón), Ayalga (Ribadesella, Asturias) o Garena (Dima, Vizcaya).
De los 33 galardonados, solo tres han sido en Madrid (Smoked Room, con dos estrellas, y Quimbaya y Deesa, ambos con una), uno en Barcelona (Atempo), uno en Sevilla (Cañabota) y las tres estrellas de la ciudad de Valencia (Fierro, Kaido Sushi Bar y Lienzo).
Abriendo el abanico de ciudad, podemos mencionar las dos estrellas del donostiarra Amelia y el otro par de preseas para Iván Cerdeño en el toledano Cigarral del Ángel. A ellos se suman fuera de las grandes ciudades otros ejemplos como los santanderinos El Serbal y La Casona del Judío, el compostelano Auga e Sal, el salmantino Ment by Óscar Calleja, el marbellí Nintai, o el palmesano Zaranda.
Michelin se descentraliza y también desmoraliza al cocinero capitalino con pretensiones de entrar en la guía. Son muchos nombres que se quedan siempre en ese tintero y que, por merecimiento, podrían entrar, que también hace a algunos cocineros dudar de si podría, en la teoría, ser más accesible un reconocimiento cuando se sale de la gran ciudad.
Lo que sí es cierto es que Lera, que también incluye un alojamiento rural, sigue fiel a una estética y una forma de entender la cocina desde la proximidad, desde la raíz y desde el entorno, al que pone en la mesa, y que ha hecho de lentejas, garbanzos, legumbres, corderos y pichones buena parte de su sabrosa bandera.
Por fortuna, ya encandilado el gran público y ahora también abierta la veda del oficialismo Michelin, el ejemplo Lera puede servir de acicate para que más cocineros y restauradores se atrevan a comprobar que los pueblos, aunque apenas tengan 800 habitantes, pueden estar en un mapa que atrae a miles de viajeros.
La mala noticia es que la estrella llega en un momento especialmente crudo para Luis Alberto Lera. Cecilio Lera, padre del chef y fundador del restaurante, amén de alcalde de Castroverde de Campos desde 1979, está en prisión incondicional por un presunto delito de inducción a la prostitución de menores, según informa La Opinión de Zamora.
Un lastre para un momento dulce, que contrasta con el recorrido que Cecilio, sempiterno regidor socialista del pueblo, salpicado en el pasado por denuncias de violencia de género que supusieron el divorcio de Minica Collantes y de varias condenas por lesiones a terceros, que pueden acabar ahora en 8 años de cárcel. Justo la misma semana que su hijo, por fin, consigue la ansiada estrella Michelin.
Imagen | Lera
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