Parecía una broma. TVE se ha pasado una semana anunciando que adelanta su horario de prime time para facilitar la conciliación -"pese al riesgo que ello conlleva", según comentaba la directora de programación del ente público en el Telediario- y ha emitido Masterchef solo 10 minutos antes de lo normal. Ha acabado a las 1:10 de la mañana. Una hora genial para la racionalización de horarios.
Poco importa que nos vendan esta tomadura de pelo. El concurso sigue cosechando su impresionante cuota de pantalla habitual, pese a que esta edición, al menos de momento, es la más aburrida que recordamos en años. El programa bien podría llamarse MasterJosie, pues el último concursante en apuntarse al casting no calla ni debajo del agua y acapara constantemente la atención. Y eso que está rodeado de otros payasos profesionales como Florentino Fernández, que tampoco deja de dar la nota.
Por lo demás, el concurso ha transitado con el ritmo (lento) habitual. En la primera prueba, los aspirantes -con Carlos Latre como artista invitado- han trabajado en parejas para enfrentarse a su primera caja misteriosa, que escondía una máquina para embuchar. Con esta debían hacer sus propias chacinas: picando la carne, aderezándola y, claro está, embutiéndola. Con las morcillas, longanizas o morcillas resultantes debían, además, realizar un plato que presentar al jurado.
La mayoría de los embutidos eran deformes o se han roto en el cocinado. Eso respecto al continente, pero el contenido no tenía mucha mejor pinta. Solo algunas parejas han logrado salvar la papeleta tirando de ingenio y disfrazando los embutidos en platos más o menos resultones. Celia Villalobos y Gonzalo Miró han sido los ganadores de la prueba con un plato de alubias con chorizo, sencillo pero sabroso.
Vergüenza en el autocine
En la prueba de exteriores el concurso se ha trasladado a un autocine, donde, tras hacer el ganso bailando la típica canción de Grease, los aspirantes han cocinado un clásico menú estadounidense de comida rápida.
El equipo azul, capitaneado por Juanjo Ballesta, ha elaborado ensalada Waldorf, lobster roll, y, de postre, un cheesecake acompañado de un batido de kiwi, espinacas y zumo de naranja. El equipo rojo, capitaneado por Josie, ha cocinado ensalada César, costillas glaseadas con salsa BBQ, y, de postre, lemon pie, acompañada de un batido de plátano, con cacahuetes y yogur griego.
Los aspirantes han tenido que preparar y servir sus platos a 120 comensales, a los que han engatusado para que eligieran la comida de sus equipos. Como era de esperar han montado el circo durante toda la prueba, con resultados diversos. El equipo rojo ha presentado unas costillas más tiesas que la momia de Tutankhamon que lo han llevado directo a la prueba de eliminación. Juanjo Ballesta ha sigo elegido como el mejor concursante del programa y ha donado los 4.000 euros a una asociación de Parla, su pueblo.
Expulsión con Francis Paniego
En la última prueba los jueces han presentado tres platos plagados de defectos: un pollo asado con patatas y verduras; una caldereta de pescado; y un arroz de costillas de cerdo, calamar y verduras.
Los concursantes debían emplearse en arreglar estas pésimas elaboraciones. Para supervisar el cocinado, poner en valor el producto, y aprender algo de la cocina de aprovechamiento, el programa ha recibio a Francis Paniego, chef del restaurante Portal de Echaurren, con dos estrellas Michelin.
Los platos recibidos por los concursantes eran difícilmente salvables: la única solución era transformarlos por completo, haciendo croquetas, quiches, crepes y otros platos pensados para aprovechar sobras.
Quienes han optado por esta opción se han salvado. No así los concursantes que han tratado de conservar los elementos del plato original. Gonzalo Miró, Nicolas Cordonado y Melaine Olivares han presentado tres platos muy malos, pero ha sido esta última la segunda expulsada del programa, con un pollo al curry repleto de nata que parecía un engrudo incomible. Casi tanto como esta edición del concurso.
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