No cabe duda de que los concursantes de la octava temporada de MasterChef saben mucho más de cocina que en otras ediciones, pero a medida que pasan los años vemos también cómo está cambiando lo que saben y no saben hacer.
Si en los primeros programas los aspirantes se sorprendían con las nuevas técnicas como la cocina a baja temperatura, en los últimos tenemos a aspirantes que parece que han aprendido a cocinar viendo este programa, y no conocen los rudimentos básicos: se complican la vida de forma artificiosa sin haber aprendido en la vida a hacer un simple guiso.
En la primera prueba de la noche, los aspirantes se han encontrado un conjunto de frutas y verduras de temporada, lo que ha servido al jurado para reivindicar sin mucha precisión la sostenibilidad, la proximidad y lo ecológico, que, como ya hemos hablado muchas veces, no son sinónimos.
Los concursantes han tenido que elaborar con estas verduras un plato libre, pero vegetariano. Los concursantes se han liado bastante, complicándose la vida con artificios que no tenían mucho sentido. A la vista está que, como norma general, los cocineros aficionados suelen tratar mejor las carnes, pescados y cereales que las verduras, a las que no damos la importancia debida.
Los aspirantes han presentado platos bastante malos, exceptuando algún pisto y la propuesta de las dos ganadoras de la prueba, Luna, que ha presentado unos tacos de verdura y quinoa, y Ana, con unos falsos raviolis de remolacha con muy buena pinta.
Murcia, la malograda capital gastronómica
El Ayuntamiento de Murcia y el Gobierno de la Región deben estar tirándose de los pelos después de haber invertido sabe Dios cuánto dinero en promocionarse como Capital Española de la Gastronomía 2020 y que los españoles estén encerrados en sus casas sin poder planificar las vacaciones. Allí estuvieron los concursantes de Masterchef, promocionando su huerta y el resto de sus grandes productos, en lo que ya podríamos llamar como “la época anterior”.
Distorsiones temporales aparte, la ganadora de la primera prueba, Luna, ha formado tres equipos, que han tenido que preparar un menú degustación de nueve tapas con productos de la tierra para 100 agricultores y productores locales.
Un equipo se ha encargado de la crema de berenjena asada con tostones de plátano, la carrillera glaseada con puré de apionabo, y, por último, una mousse de queso y limón con crujiente de galleta de torta de recao. Otro, de una tapa de anguila ahumada con panceta y vichyssoise de ajo negro, una mini menestra de verduras con una crema de guisantes y crujiente de jamón y, de postre, un granizado acompañado de paparajotes, el peculiar postre murciano, con mantellina. El último, se ha centrado en preparar una tempura de gamba de Águilas y espuma de kimchi, una tapa de arroz al caldero y, de poste, una compota de peras y streusel de manzana.
Durante el cocinado, los aspirantes han recibido la visita del chef Pablo González, con dos estrellas Michelin en el restaurante Cabaña Buenavista, que les ha dado los típicos consejos.
El cocinado ha ido mucho más fluido que en el anterior programa: todos los platos han salido a tiempo y el veredicto se ha decidido debido a pequeños errores técnicos, como hacer el puré de berenjena con piel (lo que endurece su textura), los paparajotes con poco limón u olvidar algún elemento menor de los platos.
Al final, ha sido el equipo rojo el que se ha llevado el gato al agua, gracias sobre todo a un arroz al caldero que ha resultado toodo un éxito.
Cómo montar un buen pollo
En la prueba de eliminación, los delantales negros han descubierto la versatilidad de un alimento básico en la cocina –que ha tenido su consabido momento promocional–: el pollo. Los aspirantes han tenido que despiezar un pollo entero y sacar las pechugas, los jamoncitos, los contramuslos y las alitas, tal como les ha mostrado Jordi Cruz, que lo ha hecho a ciegas. Y todo esto en solo dos minutos.
Los dos aspirantes que mejor lo han hecho, Teresa y José Mari se han librado de cocinar y han subido a la galería, los demás han tenido que preparar una degustación de pollo, preparado de cuatro formas diferentes: a la plancha, frito, al horno y guisado, escogiendo para ello las partes idoneas del ave.
El plató ha contado con la visita de Higinio Gómez, el más conocido proveedor de aves a la restauración de España, que ha compartido con ellos algunos trucos para evitar la expulsión. Como han comentado los jueces en privado, lo idóneo era escoger la pechuga para hacer a la plancha, los mulos o contramuslos para guisar o al horno, y la alita para freir. Por supuesto, se admitía otras combinaciones, pero no todos han acertado.
Hemos visto todo tipo de atrocidades como hacer un guiso con la pechuga (que queda tiesa), cocinar escalopes a la plancha o adobar los contramuslos para luego quemarlos.
Rosa, que ha presentado cuatro platos con muy mala pinta, ha sido la expulsada de la noche. Y eso que pintaba maneras.
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