Este líquido viscoso es equivalente al huevo en muchos aspectos y es oro para los veganos
Las conservas en bote son una opción que ha ganado popularidad por su practicidad y durabilidad. Estas conservas son una alternativa saludable cuando no se cuenta con productos frescos.
Son estupendas para cocinarse algo rápido que se prepara en pocos minutos, sin renunciar a la calidad nutricional ni a la saciedad que consiguen proporcionar alimentos como los garbanzos.
Otra ventaja destacada de las conservas en bote es su larga vida útil, lo que las convierte en una opción ideal para tener alimentos almacenados por períodos prolongados, y usarlas cuando sea necesario.
A diferencia de los productos frescos que se deterioran rápidamente, las conservas pueden mantenerse en buen estado durante meses o incluso años sin perder su calidad.
Además, las conservas en bote son altamente versátiles y económicas: pueden utilizarse en una gran variedad de recetas, desde ensaladas y guisos hasta sopas y pastas, ofreciendo una solución rápida y fácil para quienes no tienen mucho tiempo para cocinar.
Además, suelen ser más asequibles que los productos frescos, lo que las convierte en una excelente opción para quienes buscan ahorrar en su presupuesto alimenticio sin sacrificar la calidad nutricional.
La espuma blanca
Ahora bien, es habitual encontrar en ellas una espuma blanca y un líquido (el que las contiene y las conserva) poco apetecible, pero las apariencias engañan: esta espuma se llama aquafaba.
Este alimento se bautizó en 2015 cuando el ingeniero informático estadounidense Goose Wholt compuso este nombre con las palabras agua y alubia, un nombre de lógica aplastante.
Se trata de un líquido lleno de nutrientes, con muchas propiedades y que los veganos usan como sustituto del huevo, sobre todo en recetas de repostería: basta con tres cucharaditas para tener el equivalente a un huevo.
Este líquido es el resultado de la cocción de cualquier legumbre (en casa o de bote), y lo más sencillo es usarlo directamente de lo envases de legumbres (especialmente, garbanzos, alubias y judías) , guardándolo para otras recetas.
Este líquido, para cuya obtención solo hay que poner un colador fino sobre un cuenco, es viscoso, amarillento y un poco espeso, realmente recuerda a la clara de huevo.
Su sabor neutro es perfecto para adaptarlo a diversas recetas, de manera que hoy en día se usa para platos salados, como mantequilla o mayonesa, y opciones dulces, como mousses, merengue, helados, brownies, pan dulce, pasteles y bizcochos.
Fotos | Joana Costa y Ylanite Koppens
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