Podríamos decir que en Rioja, desde hace unos años, no está lloviendo a gusto de todos. Dividida en varios frentes, la DOCa Rioja —la que más factura y más vino vende de España— está salpicada de varias luchas de poder desde hace varios años.
Hay una lucha, viva, que ha convertido la mesa de la denominación de origen en una pieza más de un tablero político a raíz de la intención del desarrollo de una denominación de origen —no aprobada— bautizada como Viñedos de Álava y que determinados bodegueros persiguen para desvincularse de la DOCa Rioja.
Aunque hay un trasfondo político en esta iniciativa —parada judicialmente por el momento—, en la superficie hay una realidad vitivinícola que secundan buena parte de los bodegueros que caen dentro del paraguas de Rioja Alavesa —una de las tres subzonas en las que se divide la DO, además de Rioja Alta y Rioja Oriental—.
Son varios los productores que consideran que los formatos de volumen que se hacen en el resto de la DO (aunque no toda la denominación de origen es así) perjudican a los vinos de calidad que, sostienen, se realizan mayoritariamente en Rioja Alavesa.
“Somos Rioja, y vamos a seguir siéndolo porque tenemos todas nuestras inversiones en esta tierra y porque seguimos creyendo en ella y en su potencial para hacer grandes vinos, pero no podemos continuar formando parte de un sistema de gestión en el que se toman decisiones en contra de nuestros intereses y en el que, pese a haberlo intentando desde nuestra fundación en los años 90 del siglo pasado, no tenemos capacidad de reencaminar el rumbo de Rioja hacia un modelo de valor, de calidad”, asegura Eduardo Hernáiz, presidente de Bodegas Familiares de Rioja.
David contra Goliat entre viñedos
Y ese perjuicio se produce, especialmente, cuando sobre el mapa de Rioja se habla de volúmenes y millones de kilos. Una misma disyuntiva que hoy ha supuesto que Asociación de Bodegas Familiares de Rioja,que reúne a 216 bodegas (lo que supone la mitad de las que hay en toda la denominación de origen), abandone los órganos de gestión de la denominación de origen.
No significa, explican en un comunicado, que vayan a dejar de ser Rioja. Tampoco que sus vinos dejen de ser etiquetados como tal, pero sí que abandonan el órgano de gestión que representa el consejo regulador de la denominación de origen.
¿Los motivos? El funcionamiento del sistema interprofesional que rige la DOCa y cuya representatividad se basa sólo en la cantidad de litros y kilos de uva que se producen. Es decir, el voto más poderoso es el de los productores que más volumen generan, en detrimento de las pequeñas y medianas bodegas que, como explican, "tienen una representación del 4% en el pleno del Consejo Regulador" por lo que ellos califican como un sistema injusto "basado en la comercialización de vinos y puramente economicista".
Entre medias, realidades que la asociación apunta en torno a esas grandes producciones y a ciertos agentes que convierten el precio en el caballo de batalla del vino de Rioja, rechazando "la entrada de uvas en las bodegas de Rioja cuyo destino acaba siendo vino de mesa", que consideran que "indudablemente están vinculadas a bodegas de la Denominación porque terminan siendo el sumidero de los excedentes de Rioja".
Valdelana Reserva 2016. DOCa Rioja
También están en contra de las nuevas plantaciones de viñedo, insistiendo en que defender "replantaciones de viñas se realicen en suelos que permitan desarrollar una viticultura de calidad". Estas decisiones, a su juicio, generan "grandes excedentes de vino y viñedos en suelos donde nunca se debería de haber plantado" y que suponen "abocar al cierre de pequeñas y medianas bodegas y a la desaparición de explotaciones familiares".
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