La España vaciada saca pecho en la pandemia: el sector agroalimentario y los menores contagios refuerzan la economía rural

Poco se parece la España de este mes de junio, avanzando fases de la desescalada, a aquella que ahora parece lejana, a mediados de marzo, donde el país estaba en aparente paralización total.

Implantación de trabajo a distancia, muchas empresas recurriendo a los ERTE y un país confinado fueron los primeros síntomas de una crisis que también se ha cebado con el mercado laboral.

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Sin embargo, desde el primer día, en esos aplausos cotidianos también se colaban entre los sanitarios muchos otros profesionales que han hecho posible que en nuestros supermercados, tiendas y mercados no faltasen alimentos de primera necesidad.

La agricultura y la industria de transformación se reivindican como un motor de empleo estratégico

Lejos de los grandes epicentros urbanos, en la denominada España vaciada, han sido muchos los ejemplos de empresas que desde pequeños pueblos han seguido al pie del cañón, demostrando la importancia del campo y del rural, en un escalafón fundamental que ha cobrado más relevancia en circunstancias de crisis.

Las pruebas se encuentran en los datos de paro que vamos conociendo durante esta pandemia, que en el pasado mes de mayo rozaba los 3,8 millones de personas y donde el sector servicios, principal motor económico del país, es el que más se resiente, añadiendo 219.128 personas a las listas del paro (un 8,76% más que en abril) frente a la ligera subida de la agricultura, con apenas un 2,52%.

En ese otro rincón, marcada también por la temporalidad de la primavera, época de primeras cosechas, la agricultura y la industria de transformación que va aparejada a ella se reivindican como un motor de empleo y de salidas laborales, donde el sector primario sigue tirando de ese carro aún con la covid-19 a cuestas.

De la huerta al plato

España no deja de comer ensalada y así lo atestiguan los datos de consumo de Florette. "Aunque se identifique como un alimento de verano, el público español no deja de tomar ensaladas, incluso en otoño e invierno", explica Fermín Aldaz, Director Comercial y de Marketing de la firma.

Nos atiende desde Milagro, un municipio de la Ribera navarra, con 3.416 habitantes censados, en una comunidad foral donde más del 70% de municipios tienen menos de 1.000 vecinos. Un porcentaje recurrente y es que sólo 12 de los 272 municipios de Navarra tienen más de 10.000 habitantes. Por eso y abriendo la comparativa, podríamos decir que Milagro es un pueblo grande.

Florette facturó 215 millones de euros en 2019 y emplea a más de 1.800 trabajadores en toda España, la mayoría en zonas rurales

También la covid-19 ha tenido una baja incidencia en la zona: en la zona básica de Valtierra, compuesta por Villafranca, Valtierra, Milagro, Arguedas y Cadreita (12.912 vecinos), el total de contagios no ha pasado de las 69 personas, lo que les sitúa en un 6,5 %. Tampoco el paro les ha golpeado especialmente: en abril de 2020, en plena pandemia, el paro fue del 12,32 %, muy cerca de los datos totales de 2019, donde el paro sólo salpicaba al 11,46% de los vecinos en edad activa.

El dato se justifica en parte por la temporada de cosechas, algo tradicionalmente favorable tanto en las labores de campo como en la industria agroalimentaria, donde se necesita mano de obra para sacar adelante las cosechas, pero también en las tareas de elaboración de conservas, por ejemplo.

"Contamos con otros cuatro centros –Noblejas (Toledo), Iniesta (Cuenca), Torrepacheco (Murcia) e Ingenio (Gran Canaria)– pero en Milagro están los más grandes a nivel nacional", explica. Los datos hablan por sí solos y es que Florette facturó 215 millones de euros en 2019 y emplea a más de 1.800 trabajadores en toda España, aunque solo en Milagro trabajan 400 de ellos.

De sus campos y plantas de procesado, donde se envasan al vacío a diario sus ensaladas envasadas, no han dejado de salir lechugas, rúculas, espinacas, escarolas, sus mézclums y la creciente demanda de platos frescos listos para consumir, por donde pasan los planes de futuro de la empresa. "Para nosotros la gran distribución es el gran pilar del negocio, suponiendo un 75% de la facturación. Aunque el 25% de Horeca no es desdeñable, por supuesto", reconoce.

Para hacer frente a la covid-19 y a las medidas sanitarias han tenido que hacer ciertos cambios. "En la industria agroalimentaria siempre hay muchas normas de seguridad alimentaria pero con el coronavirus han ido a más", razona. "Hemos ampliado el distanciamiento social y hemos hecho algunos cambios en las líneas de producción, además de hacer cambios en los turnos de entrada o en los descansos", ejemplifica.

En Milagro (Navarra) viven aproximadamente 3.400 personas. Florette emplea allí a cerca de 400.

Una tarea que también se traslada al campo. "Recogemos diariamente nuestras verduras para que lleguen perfectas al cliente y eso también ha provocado que el traslado de personal a las huertas cambiase", asume. Lo que no ha cambiado ha sido su disponibilidad en las grandes cadenas de distribución. "Combinamos producción propia y productos que compramos a proveedores locales de larga duración", añade.

Esa nueva realidad también provocó un reajuste en la cadena de distribución. "En la primera etapa del estado de alarma, durante el acopio, vimos una demanda muy elástica pero a mediados de abril la situación se estabilizó", explica. Lo que incluyó un mayor número de llamadas desde las grandes plataformas de distribución para que el desabastecimiento no se produjera. "En abril la situación se estabilizó pero también vimos como se aumentaba el consumo en el hogar y también en el interés del cliente por cuidarse más", cierra Aldaz.

A los quesos castellanos

La falta de población, lastre de la España rural, y la creciente despoblación, se han convertido en oportunos aliados para frenar la expansión del coronavirus. Es el caso de Zamora, que ha alcanzado los 1.011 confirmados como contagiados por covid-19, siendo la provincia castellano-leonesa menos afectada por la pandemia (Zamora cuenta con 170.560 habitantes), según recoge el diario digital Zamora24Horas. Datos relativamente positivos, sobre todo si se contrastan con la incidencia acumulada en toda Castilla y León, que alcanza valores del 24,92‰.

En un pueblo hay menos contagios y es más fácil controlar a la población

Como en el resto de España, la influencia de la covid-19 también ha resentido los datos de empleo de la provincia de Zamora, pero la industria agroalimentaria se ha convertido así en una especie de refugio laboral, menos sometido a la situación actual.

Poco han notado la pandemia en pueblos como el zamorano Santa Cristina de la Polvorosa, un municipio cercano a Benavente, con 1.069 habitantes, una cifra incluso alta para la provincia, donde sólo dos de sus municipios superan los 10.000 habitantes (Zamora capital y Benavente), y donde más de la mitad de los pueblos tienen menos de 250 vecinos. Allí se trabaja de haciendo quesos, y la actividad no ha parado un solo día.

"El hecho de estar en un pueblo tiene ciertas ventajas porque hay menos contagios y es más fácil controlar a la población que en una ciudad", nos cuenta Marcos Rodríguez, Director General de Quesos El Pastor, una empresa familiar creada en 1967 que hoy en día emplea a cerca de 300 trabajadores y que factura al año cerca de 104 millones de euros. Una industria más que relevante que sitúa a la empresa como la segunda en mayor facturación de la provincia en 2018, y que resulta aún más importante cuando se coteja que en 2018: Zamora fue la provincia española que más población perdió porcentualmente.

"Durante la cuarentena dimos pautas a los empleados y consejos, sobre todo acerca de la importancia de su trabajo. Además, ya teníamos medidas como los EPI en la fábrica pero ahora hemos tomado más medidas, como una mayor distancia entre trabajadores o un sistema de tres turnos para aumentar la distancia entre los trabajadores", explica.

"Hubo un repunte de pedidos en las primeras semanas procedentes de la gran distribución, aunque se vino abajo el canal Horeca, pero la distribución nacional y la exportación han seguido funcionando", añade. "Durante ese repunte notamos un aumento de ventas de entre el 15% y el 20%, supuso apretar los dientes pero lo sacamos adelante", cuenta Marcos Rodríguez.

La mitad de los pueblos de Zamora tienen menos de 250 habitantes. Quesos El Pastor da trabajo a más de 300 personas.

Todo ello también para cumplir con las cuotas de exportación de esta empresa, que sólo se dedica a la fabricación de quesos de pasta prensada, incluyendo figuras de calidad como queso zamorano, queso manchego o valdeón, y que está presente en 75 países. "El 65% de nuestra facturación es la distribución nacional y otro 20% corresponde a la exportación". Del canal Horeca sólo contamos con un 15% pero evidentemente su cierre nos ha hecho daño", explica.

Datos que hacen que al año de sus instalaciones salgan más de 15.000 toneladas de queso y para las que usan leches nacionales. "Nuestros proveedores de leche de vaca y oveja son eminentemente de Castilla y León y los de cabra son andaluces y extremeños", apostilla.

Hasta las leches gallegas

En Galicia viven unos 2,7 millones de habitantes, de los cuales 1,19 millones lo hacen en la provincia de La Coruña. Sin embargo, los datos sobre la importancia de los pueblos en ella es más notable en términos totales: 72 de los 93 municipios (llamados concellos) de La Coruña tienen menos de 10.000 habitantes, lo que entra en la categoría de pueblo.

Los productores de leche no han parado de trabajar en ningún momento de la pandemia

De nuevo es en Galicia donde volvemos a encontrar en la dispersión geográfica un factor a favor para controlar la epidemia -junto a las medidas de seguridad y a la prevención-. Ello se manifiesta en un bajo ratio de incidencia acumulada con tan sólo el 2,56‰ de la población y 617 fallecidos por covid-19 desde el inicio de la pandemia en toda la comunidad.

Tradicionalmente, junto a Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León, Galicia está marcada por el fuerte peso del sector primario en sus cuentas autonómicas y también en su población activa. Es el caso del acusado contraste que supone la provincia de La Coruña, donde el sector servicios ocupa al 72% de la población, en notable diferencia con el 5% que emplea el sector primario. En términos totales, hablaríamos de unos 23.000 trabajadores en el sector primario frente a los 336.000 del tercer sector.

Los datos reflejan una dualidad de David contra Goliat pero también el aguante del primer sector, ya que en los datos de 2010 se contabilizan alrededor de 25.000 trabajadores en la agricultura, la ganadería o la pesca, de fuerte arraigo en pequeñas poblaciones.

Uno de estos pueblos es Pontedeume, que podríamos catalogar de pueblo grande con sus 7.777 habitantes censados en 2019, y al que empresas como Leche Celta ponen en el mapa. La empresa, con sede en esta localidad, también tiene dos plantas en el resto de España, empleando así a más de 300 trabajadores. De ellos, 235 corresponden a esta planta gallega, donde están los servicios centrales de la marca y no se ha parado de trabajar a pesar de la covid-19 y del confinamiento.

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Allí no han tenido que recurrir a medidas especiales o contratación de más empleados para asegurar el abastecimiento. "Hemos flexibilizado los calendarios en las fábricas para adaptarlos y aplicado teletrabajo en los servicios centrales del Grupo", asegura Álvaro Calderón, director de Operaciones de Leche Celta, que factura al año más de 235 millones de euros.

Con ello, han cumplido con las demandas del mercado y también de la gran distribución, que ha variado. "Las ventas han aumentado en marzo un 15% respecto febrero, en especial con picos del 30-40% en la segunda quincena", ilustra Calderón, que situó en el cuarto mes del año una cierta normalización: "En abril la demanda se situó en valores medios de más 5%".

Se produjo así "una fase inicial de alta demanda por parte de los retails en todos los productos para garantizar los stocks en sus plataformas". Ya en abril la situación tendió a la estabilización aunque hubo productos con fuertes cambios: "se mantuvo el incremento del 40% en natas UHT envasadas y el descenso del 35% en los productos frescos como las leches pasteurizadas", aclara.

De las fábricas de Leche Celta salen diariamente un millón de litros de leche.

Unas cifras que en términos totales cobran mucha fuerza cuando de las plantas de Leche Celta salen diariamente un millón de litros, orientados en su práctica totalidad al retail. "Más del 90% de nuestros clientes pertenecen al retail, teniendo presencia en Horeca y en la exportación de forma puntual, por lo que el impacto del canal Horeca ha sido limitado", explica.

Datos que también sirven para poner en relevancia al ganadero, primer pilar de esta pirámide y con los que además se está buscando un camino de aumentar beneficios en la cadena de valor. "La recogida de leche a nuestros ganaderos supone más de 315 millones de litros al año", una cantidad que sitúa a Leche Celta como uno de los principales agentes en el sector del lácteo español, y que además aumenta su apuesta por mejores productos. "Más del 30% de la leche que recolectamos tiene certificaciones de origen o calidad diferenciada", asegura Calderón.

Imágenes | JumpStory/Florette Ibérica
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