La policía de la paella se ceba con un astronauta por compartir una foto de Salamanca desde el espacio mentando al plato valenciano y no a la chanfaina

"Vaya guiri el puto astronauta". Con estas lindezas han recibido los usuarios de Twitter al inocente saludo de Shane Kimbrough, quien compartía hace unos días una fabulosa vista aérea de Salamanca desde la Estación Espacial Internacional. Pero su gran error fue mentar a la paella, icono de la cocina española que hemos convertido en una especie de Voldemort, pues no debe ser nombrado salvo demostración de plenos conocimientos de su cultura y tradición.

Entrar al hilo del tweet del ingenuo astronauta para leer las reacciones y comentarios suponía penetrar en un terreno peligroso. Si la red social hace tiempo que es ya un hervidero de trolls, crispación y polémicas sin fin, basta con que nos toquen uno de nuestros platos más preciados para saltar al cuello y criticar sin piedad, aunque la intención original fuera buena.

Kimbrough no es el único que ha recibido críticas, ataques e incluso insultos por tener la osadía de mencionar la paella al vincular el plato valenciano con Salamanca. Usuarios de otros lugares del mundo preguntaban por la localización de la propia ciudad ("¿Está cerca de Valencia?") o por el consumo de la paella en otras regiones de nuestro país.

En un intento por divulgar algo de conocimientos sobre la gastronomía salmantina, algunos señalaron pronto la existencia de otro plato de arroz que sí es tradicional de la ciudad, la chanfaina. Una especialidad de la que existen muchas variedades y que probablemente tenga origen judío o árabe, y que en Salamanca va bien cargado con carne, casquería y sangre de cordero.

Ante la imagen compartida de una ración de chanfaina, no tardaron en saltar los usuarios que ya estaban dispuestos a soltar el mantra de "eso es arroz con cosas", la denominación favorita de la policía gastro para criticar cualquier cosa que se salga de lo que ellos consideran que debe ser una paella. Como si no hubiera decenas de recetas típicas de arroces en todo el país.

Es solo otro ejemplo más de cómo hemos convertido la paella valenciana en un símbolo de la falta de tolerancia culinaria. A cualquier cosa que se salga lo que consideramos la norma, como ya le ocurrió a Jamie Oliver hace tiempo. Insultamos y nos reímos de quien no conoce a fondo nuestra gastronomía, cuando son nuestras ciudades las que tientan al visitante con locales turísticos que ofertan paellas prefabricadas o de calidad más que dudosa.

También en España mancillamos platos extranjeros, haciendo macarrones con chorizo o atún de lata, carbonaras de nata, pizzas de hojaldre o tatakis y tartares a cada cual más absurdo. O, directamente, somos nosotros los que perpetramos crímenes gastronómicos como una empanada gallega de boloñesa.

Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Imagen | Shane Kimbrough - NASA
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