La inflación sigue presente en la cesta de la compra de los españoles. Los precios continuan en una espiral de ascensos y, sin embargo, en los mercados internacionales son muchas las materias primas que llevan más de un año bajando de precio.
Así al menos lo advierte la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), que en el FAO Food Price Index del mes de marzo advierte de la bajada sistemática de numerosas materias primas en los pasados doce meses.
Sin embargo, esa traslación a la cesta de la compra no se produce. Más aun, sigue encareciéndose. Entre los ejemplos que se cita en el informe, se aprecia como la bajada sostenida durante el último año está potenciada por el descenso en el precio de los cereales, de los aceites y de los productos lácteos.
Sin embargo, repuntan ligeramente tanto los mercados de carne como el mercado del azúcar. Aun así, esta entidad dependiente de las Nacionales Unidas advierte de que en los últimos doce meses ha habido una bajada generalizada de los precios de las materias primas.
Esto no significa, como es lógico, que todo deba o pueda bajar inmediatamente. Especialmente cuando pretendemos que ese precio del cereal en origen acabe repercutiendo en nuestra barra de pan o en el plato de pasta que ponemos en la mesa.
Una inflación más allá del precio final
Lo que sí es cierto es que la cotización internacional de alimentos acumula doce meses de caídas consecutivas y que a marzo de 2023 son un 20,5% más baratos que el año anterior. Para intentar entender este descenso hay que mirar más allá y no limitarse al consumidor final y comprender que estos productos no descienden de un día para otro.
Para Horacio González-Alemán, consultor para el sector agrifood en la Unión Europea y con más de 25 años de experiencia en el sector, la respuesta es clara: "las subidas no son lineales. Donde nos encontramos ahora mismo es un problema de inflación de costes de las materias primas agrarias no en sí mismas, sino también porque suben los fertilizantes o sube la energía".
"Hay factores inflacionistas muy claros que no controlamos y que afectan al precio final. Si no sube el precio del gas, sube el del petróleo, y así con otros insumos que alteran el precio", indica.
Además, puntualiza que esta simplificación no es real a la hora de comprender por qué bajan o suben los precios y no se manifiestan en el consumidor final. "La traslación de la subida o bajada de precios a la cadena no es automática. Tampoco es lineal, fácil ni pacífica", reitera.
El factor Rusia
"Desde ese insumo hasta que llega al consumidor hay procesos de negociación continua en una cadena larga y compleja", resume. Además, advierte también un factor geopolítico clave: la guerra de Ucrania.
Con el fantasma sobrevolando las cosechas de 2023, lo cierto es que Rusia ha presentado sus mejores datos a mitad de año de producción de trigo. Lo cual puede ser una buena noticia salvo por un detalle: a mediados de mayo vence el acuerdo que Rusia firmó, con la intermediación de Naciones Unidas y Turquía, con Ucrania para el transporte de cereales y fertilizantes a través de los puertos del Mar Negro.
"Rusia además va a ser el primer productor de cereales de Europa porque Ucrania no va a estar en condiciones de recuperar la producción previa a la guerra. Aunque estén haciendo maravillas no podemos esperar una producción como la del año pasado, que se espera se reduzca un 50%", advierte.
"Va a crecer Rusia, pero tiene problemas para vender fuera en dólares por el valor de su moneda", apunta, justificando además que no vayamos a ver descensos de precios inmediatos. "No veo bajadas a corto, sobre todo por esa incertidumbre y con los problemas de aprovisionamiento que hubo de materias primas, pues seguimos en un estado de indefinición".
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