Qué es el fenómeno de los termos Stanley y por qué se agotan en segundos

Comparados con los bolsos Louis Vuitton, se han convertido en un oscuro objeto de deseo destinado a los compradores con más estatus

Un termo solía ser un objeto más bien popular para llevar café o bebidas calientes o frías allá donde hiciera falta y no necesitar de nada ni de nadie, pero este mundo nos tiene acostumbrados a las sorpresas y a las nuevas maneras de usar viejos conocidos, así que no hay que dar nada por sentado.

Uno de los revulsivos traídos por los últimos tiempos han sido los termos Stanley, la nueva sensación de la (a veces extravagante) sociedad norteamericana que se han convertido en un sinónimo de estatus, y no precisamente de estatus popular, sino de alto nivel.

Poseer este tipo de termos hoy en día significa lo mismo que tener un bolso de la maison francesa Louis Vuitton. “Es el Louis Vuitton de los termos”, explica el experto en marketing @roquegnz en Tik Tok en un vídeo donde ahonda en todo este fenómeno.

Según relata, estos termos se venden en segundos y enseguida se revenden por eBay por miles de euros. Incluso cita el caso de Delany Garcia-Lopez, una joven de 23 años, que presa de esta fiebre por los termos de moda robó 65 termos (valorados en 2.500 dólares), y terminó siendo noticia en las secciones policiales de medios como el New York Post y la NBC.

Para trabajadores de la construcción

Según cita el experto en marketing, el caso de Stanley es muy curioso, ya que la empresa (dedicada durante un siglo a fabricar herramientas manuales y eléctricas)  ha multiplicado sus ingresos por diez en solamente cuatro años de la mano de este producto, que en origen era un termo para trabajadores de la construcción.

En 2019, Stanley iba a dejar de fabricar estos termos, lo que motivó que el grupo de madres blogueras @thebuyguide asegurara que era una decisión errónea y, tras hablar con la empresa, le compraron 5.000 unidades con la condición de que estas tuvieran un tono pastel.

Esa misma semana, los termos quedaron todos vendidos, lo que hizo que la empresa se replanteara su decisión de dejar de fabricarlos y siguiera fabricando sus termos. Asimismo, se sumó un suceso de lo más singular, que marcó un antes y un después.

Esto es: el vídeo de un incendio en el coche de una mujer se viralizó (rozando los 100 millones de reproducciones) al quedar todo derretido salvo su termo Stanley, incluidos los hielos que este contenía en su interior.

Para aprovechar el tirón de aquel vídeo, la empresa le compró un coche a la joven que lo había perdido, reviralizando este vídeo y poniendo a la compañía (todavía más) en el centro de la noticia. En conjunto, Stanley tuvo una gran campaña de marketing que ahora está dando sus frutos.

Todo ello ha hecho que los termos de esta empresa sean ahora mismo un oscuro objeto de deseo y que hayan alcanzado a un nuevo público jamás codiciado por la marca, que ahora ve como sus termos han subido de precio y no dejan de crecer como la espuma.

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Este fenómeno ya ha saltado a otros países y estos termos se pueden conseguir, también en España, a precios que se sitúan en torno a los 50 euros en función de muchas variables como las dimensiones y los colores.

Foto | Stanley

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