Un bebé cosido a mordiscos, un hermano que no se salva jamás de los mordiscos de los insectos y no sabemos bien bien por qué. Saber qué guía a estos diminutos vampiros es ardua tarea.
Las picadas de estos insectos son caprichosas y no se dan simplemente por el hecho de tener a sus víctimas potenciales delante: acaso en un bufet libre uno se come por igual todo lo que tiene delante?
Algunos bocados resultan más apetecibles que otros por su especial atractivo, aroma, ingredientes o preferencias previas.
Mucho donde elegir
En el caso de los mosquitos, según diversas fuentes consultadas (los fabricantes de Raid y Fenistil, que bien calados los tienen) uno de los básicos que atraen a los mosquitos es el dióxido de carbono que se exhala al respirar.
Todos lo exhalamos, pero no en la misma cantidad ni frecuencia (en lo que influye la velocidad al respirar), así que quienes tengan un torrente de aire más potente en este sentido estarán en la diana.
El olor corporal es otro de esos misterios que atraen a los mosquitos, y es distinto en cada persona porque en este afecta la microbiota cutánea y a la flora de la piel de cada uno, así como compuestos volátiles fabricados por el propio cuerpo.
Esto hará que, por ejemplo, piquen en mayor proporción a las personas que respiran deprisa, a las que son más gordas y a las personas adultas, con mayor capacidad respiratoria.
Cuidado con la vestimenta
Otros estudios sugieren la preferencia de los mosquitos por los colores y en concreto por los que son oscuros, como el naranja, el negro, el rojo y el cian, así que su vista priorizaría este tipo de prendas.
Ahora bien, para evitar estar entre ceja y ceja de estos insectos la única certeza es cubrirse la piel de repelentes con aromas que detestan, como el de citronella, y rodear nuestra cama de una tela mosquitera infranqueable.
Foto | Egor Kamelev y Jimmy Chan
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