Por qué no va a seguir subiendo el aceite de oliva y por qué no habrá desabastecimiento, en tres conceptos de Economía básica

El cacareo es inevitable cuando hablamos de aceite de oliva en nuestro país. Piedra de toque de la sensibilidad patria en cuanto a la subida de precios, podríamos decir que sólo nos estamos acordando de Santa Bárbara cuando truena. Aunque suene irónico en un escenario de pocas lluvias que genera, entre otros factores, que el precio del aceite de oliva español se haya disparado en 2023.

Lo cierto es que el aceite de oliva, como era de esperar, no iba a quedarse fuera de la espiral inflacionista en la que llevamos sumidos un par de años. Todo ha subido, tanto en los hogares como en las empresas, y esos costes se manifiestan en lo que pagas por el aceite, pero también por el pan, el pollo, la carne, los huevos o la mantequilla, por poner varios ejemplos.

La invasión de Rusia a Ucrania no ha ayudado. Tampoco la sequía, pudiéndose considerar ambos disruptores como coyunturales, aunque el parámetro climatológico puede tener más visos de convertirse en un factor estructural.

En cualquier caso, lo evidente es que los españoles estamos consumiendo menos aceite de oliva y la razón es el precio: está más caro que nunca. Sumados estos dos factores junto a otro par de conceptos de Economía básica, van a explicar por qué España no va a a haber desabastecimiento de aceite de oliva.

También razones por las que creer que el precio no va a seguir subiendo —aunque estas razones no son positivas para el consumidor— y por qué la espiral de precios no alcanzará las ratios de 15 euros el litros que algunas voces de alarma han trasladado.

Por eso, algunas de nuestras recomendaciones pasan por dar razones por las que no merece la pena comprar aceite ahora mismo aunque veamos buenas ofertas, pues deberíamos tener en cuenta más parámetros.

En un sentido parecido, también creemos que, aunque cada uno con su dinero hace lo que quiere, por qué no deberías comprar aceite de oliva en grandes cantidades, especialmente por el tipo de uso que vayamos a darle o cómo lo conservemos.

Una oferta corta: por qué el aceite está caro

Uno de los conceptos más elementales de Economía es la ley de oferta y demanda. No hace falta haber ido a una escuela de negocios para aprenderlo y esta situación del precio actual del aceite de oliva se puede explicar muy fácilmente con ella.

De hecho, vamos a comprobar por qué con una oferta corta se podría dar la paradoja de que finalmente haya más aceite de oliva de enlace —la cantidad que sobra entre una cosecha y otra— de lo que se podría esperar para una cosecha mala.

Sabemos que el aceite de oliva que se produjo en España en 2022 fue de unas 660.000 toneladas, una cantidad baja si se compara con lo que se cosechó en 2021 —casi 1,5 millones de toneladas— o la campaña de 2020 (rondando los 1,4 millones de toneladas).

Sin embargo, el mercado total de España (la suma de exportaciones y consumo interior) no consume todo el aceite de oliva que produce, importa y acumula. Basta echar un vistazo a los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en cuanto al balance del sector del olivar en España para entenderlo, como demuestra el gráfico de la campaña 2021-2022.

Balance de existencias físicas de aceite de oliva en España de la campaña 2021/2022. Fuente: Informe del Cierre de Campaña. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

España vive acostumbrada en campañas de aceite de oliva que se acerquen a los 1,5 millones de toneladas de aceite, lo cual se aproxima a la cantidad que suma el consumo interior y la exportación. Hasta 2023, claro. Aquí la producción se ha desplomado a menos de la mitad que en la campaña anterior y eso supone que haya una oferta corta de aceite de oliva, como se ve en la siguiente tabla.

Tabla comparativa de la producción de aceite de oliva en España de las cinco últimas campañas. ©Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Además, España no exporta más de lo que produce, pues las exportaciones no superan los 1,2 millones de toneladas en ninguna de las cuatro campañas anteriores, pues debemos contar con el stock de enlace entre campañas y que, además, también se recurre a una importación (supone una media de 188.000 toneladas anuales si tenemos en cuenta las cinco últimas campañas).

Al haber una oferta corta porque hay menos producción, los costes por litro necesariamente aumentan. El agricultor sigue teniendo que hacer frente a trabajos en campo, a sus cotizaciones sociales, a los seguros que contrate o a los préstamos que tenga firmados para, por ejemplo, pagar la letra de un tractor.

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Mismos parámetros que podemos trasladar al resto de la cadena de valor del aceite de oliva, compuesta luego por almazaras, envasadores y distribuidores, cuyos costes se han incrementado en estos dos últimos años en todos los ámbitos.

Hay menos aceite, pero hay que hacer frente a los mismos costes fijos —personal, financieros, alquiler de espacios, amortización de préstamos— y los variables, aunque puedan ser algo más controlables, también salpican desde la espiral inflacionista.

Una mala cosecha supone precios altos por la poca oferta y la repercusión de costes.

Quizá un agricultor utilice haya utilizado menos fertilizante para la cosecha de 2023 porque nadie se va a gastar lo mismo para obtener menos rendimiento. Sin embargo, el precio de los fertilizantes ha subido.

Como ha subido el gasoil o la electricidad, razón por la que poner en marcha una línea de envasado —que funciona con energía eléctrica— sigue siendo caro aunque vaya ponerla a medio rendimiento.

Exactamente la misma situación que se produce en una almazara cuando activas el molino: quizá no vaya a funcionar tantos días como en una campaña normal, pero seguirá demandando una energía que el industrial paga más cara. Y así con todos: el envasado, la repercusión del aumento del SMI, el embalaje, la logística de recogida y distribución, el almacenamiento…

Estructura de costes, precios y márgenes para la Cadena de Valor del Aceite de Oliva de la campaña 2020/2021. Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Por todos estos motivos, la oferta corta del aceite de oliva se repercute necesariamente en el precio final que estamos viendo a estas alturas de 2023. Si te preguntas: "Estupendo, ¿pero por qué en enero el aceite estaba en un lineal a seis euros el litro y ahora está a doce? Y, sobre todo, ¿cómo sé que no va a seguir subiendo?

Una demanda elástica: por qué no va a seguir subiendo

Este es el segundo concepto fundamental de cualquier ley económica de oferta y demanda, pero vamos a presentar una variación que no es otra que la demanda elástica, que es la que nos va a responder a dos cosas. Primero a por qué el aceite estuvo a seis euros el litro. Segundo a por qué ahora está a doce euros y, sobre todo, por qué no tiene visos de que el aceite vaya a seguir en esta escalada.

Balance del sector del olivar en España para la campaña 2021-2022. En él se aprecia un consumo interior de 585.000 toneladas a pesar de un total de recursos alto entre producción, importación y existencias iniciales. Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

Aunque el aceite de oliva se comercialice todo el año, lo evidente es que es un producto agrícola con una campaña muy bien delimitada en el tiempo que va de noviembre a febrero. Puede haber aceites de octubre o de marzo, pero el grueso de la cosecha española se da en esos meses.

Lógicamente, esto implica que ante una gran cantidad de aceite —un aumento de la oferta— con las aceitunas recién cosechadas y molturadas, el precio se mantiene en una cantidad asumible. A medida que esa oferta ha ido decreciendo, el precio ha ido aumentando porque la demanda seguía actuando y pidiendo 'aceite'.

La caída de la demanda supondría una estabilidad de precios. Altos, pero estables.

¿Qué pasa ahora? Que no se pide tanto aceite, que es la forma rápida de explicar el concepto de 'demanda elástica'. Concebido como un producto de gran consumo, España no gasta en sus hogares o en sus restaurantes más aceite de oliva porque el precio sea más barato. Esto es lo que se consideraría una demanda inelástica en precios bajos.

Sin embargo, vemos que España actúa con una demanda elástica cuando el precio sube en la siguiente tabla en la que se comprueba cómo se comporta el consumo interior. Se abre así el abanico a otras grasas vegetales que son más baratas, como el aceite de girasol. Al marcharse del mercado del aceite de oliva, el consumidor —sin saberlo— está equilibrando una situación de oferta y demanda, que es la que explicará por qué el aceite de oliva no va a seguir subiendo.

Tabla comparativa del mercado interior aparente (consumo interior) del aceite de oliva español de las últimas cinco campañas. Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

¿Es una buena noticia? No, no lo es. Te lo explicaremos más en profundidad en unos días, pero tengamos en cuenta que el mercado se estabiliza en unos precios que parecen prohibitivos para determinados consumidores.

Esta es la paradoja por la cual no habrá desabastecimiento porque al dejar de consumirse aceite, las salidas al mercado de este son más reducidas y permitirán que se conserven ciertos remanentes de la cosecha de 2022 —de esas 660.000 toneladas, más el enlace de stock que quede las 454.000 previas— para cuando aparezca el aceite de la cosecha de 2023.

Para julio de 2023, la cantidad almacenada en España, según datos del Ministerio contabilizando almazaras y envasadoras rondaba las 380.000 toneladas de aceite, cantidad suficiente para afrontar el consumo interior y las exportaciones antes de que comience la próxima campaña, como vemos en la siguiente tabla respecto al Mercado total.

Tabla comparativa del Mercado total (consumo interior más exportaciones) de las cinco últimas campañas del aceite de oliva. Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

De hecho, genera una tercera paradoja, la de los bienes de primera necesidad. Generalmente, este tipo de productos —como el aceite de oliva— presentan una demanda inelástica con respecto a la renta, salvo que haya bienes sustitutivos —como el aceite de girasol—, que explica la situación anterior para no temer un desabastecimiento.

El precio se estabiliza porque la demanda se ha reducido a costa del encarecimiento de la oferta.

Fuera del mercado los consumidores que no estén dispuestos a pagar nueve o diez euros por litro, la situación de 2023 correrá una misma suerte de mantenerse en esos parámetros porque se han marchado de los lineales los consumidores que sí lo habrían comprado a un precio inferior.

Aunque la oferta no aumenta, pero la demanda baja, se produce una situación de equilibrio entre ambas que supondrá comprobar que el precio del aceite no va a continuar en una espiral alcista que supere los 14 o 15 euros el litro. Básicamente porque no habrá clientes dispuestos a pagar esas cantidades.

Una situación oligopolística: por qué 2023 es un año raro para el aceite de oliva

En 2023 no es tan relevante para explicar el precio del aceite de oliva, pero sí es fundamental para conocerla en otras temporadas con mejores cosechas. Entendamos el mercado del aceite de oliva como una pirámide donde hay cuatro actores, distribuidos en una cantidad variable de agentes.

Los primeros y más amplios son los agricultores, cerca de 500.000; después están las cooperativas y almazaras industriales, que son unas 1.600 entidades; luego aparecen los envasadores, alrededor de 40, y finalmente está la gran distribución, que son una decena de agentes cuyos nombres conoces bien y donde haces la compra a menudo.

Esta estructura piramidal genera un estrechamiento a medida que subimos, dando más poder de decisión y de compra —por tanto, de control de precios— a los actores que más arriba están, que es lo que se considera en términos económicos como oligopolio.

¿Qué significa esto para tu aceite de oliva? Pues que una gran superficie, que va a ser la que comercialice el aceite, tiene un poder de compra notable para manejar precios y esto, entre otras cosas, explica por qué el precio del aceite de oliva es generalmente bajo cuando las cosechas son buenas, pero tú no lo percibes como cliente final de esta manera.

En la imagen se aprecia para la campaña de 2020 los márgenes netos de la cadena, así como los precios medios para el aceite de oliva virgen extra. Fuente: Observatorio de la Cadena de Valor del Aceite de Oliva 2019-2020. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

El aceite de oliva es un producto de gran consumo, de granel y de mucha rotación, cuyos márgenes comerciales no son elevados y que se sostienen por la generación de volumen, que es de por sí el formato de negocio de la distribución si se atiende a sus cifras de facturación.

Por estos motivos, la sartén por el mango del sector lo tienen un pequeño grupo de agentes —esa distribución— que ejerce una situación olipolística, es decir, hay menos compradores —las grandes cadenas como Mercadona, Carrefour, Lidl, Alcampo, Aldi, El Corte Inglés, Eroski…—, que productores —las envasadoras—, imponiendo su fuerza.

Pero no solo pasa en en esa cima del mercado, también pasa entre medias, como es lógico. Diríamos que 'el pez grande se come al chico', que es algo habitual en el sector agroalimentario, y el envasador tiene fuerza suficiente sobre la almazara y la propia almazara la tiene sobre el agricultor.

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Unos más y otros menos, evidentemente, y no todos en la misma proporción, por eso podemos entender que en años de buena cosecha el agricultor no se forra —de hecho, puede perder dinero por ese exceso de oferta— y los escalones intermedios y finales sí mantienen sus márgenes, tal como se aprecia en los datos de la cadena de valor del aceite de oliva que facilita el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Imágenes | iStock / Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

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