El horizonte debe ser siempre una dieta saludable y equilibrada, lo que tiene que permitir compensar las comidas en las que uno abusa
Se acercan comilonas de campeonato y no es un buen momento para pensar en dietas, aunque todos sabemos que en la cuesta de enero, por allá en pleno blue monday, muchos necesitarán redimirse de todo lo ingerido y empezarán, en algunos casos, dietas poco saludables para peder peso.
El horizonte debe ser siempre una dieta saludable y equilibrada. Esto tiene que permitir compensar las comidas en las que uno abusa, y volver enseguida al redil, pero no es nada fácil ponerlo en práctica.
Pues bien, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señala que siempre se recomienda seguir una alimentación completa y equilibrada, una dieta saludable que, recuerda, es una dieta que aporta los nutrientes necesarios para el organismo y, además, sigue resultando placentera.
La OCU remarca que, con efectos que van en función de cada cuerpo, lo que pasa en el organismo cuando este se pone a dieta es, primero, gastar de inmediato la energía disponible: esta energía disponible de inmediato no es la grasa, sino el glucógeno (reservas de glucosa en el organismo).
“Cuando nos ponemos a dieta y seguimos una dieta hiperproteica y con pocos hidratos de carbono se pierde peso, pero es por la eliminación de agua”, destaca.
Una vez que el cuerpo se ha adaptado a la dieta de adelgazamiento, quemando el glucógeno y liberando una parte del agua, comienza a eliminar los tejidos que menos útiles le resultan, que suelen ser tejidos no adiposos de la masa muscular.
Dos semanas
En cambio, se resiste a perder la grasa, pues es lo que más necesita para aguantar si le falta comida: su grasa. No es hasta después de un par de semanas que el cuerpo empieza a proteger los tejidos no adiposos más necesarios y empieza a quemar las grasas.
En la mayoría de las personas, especialmente en las menos deportistas, el seguir una dieta de adelgazamiento suele suponer una adaptación en su cuerpo, que decide eliminar primero aquello que no suele estar activado: los músculos.
Por otro lado, la entidad avisa de que con la mayoría de las dietas drásticas se corre el riesgo de ralentizar el organismo y de provocar una reducción del gasto energético. En este caso, el metabolismo levanta el pie del acelerador y almacena un máximo de grasa.
Por tanto, seguir una dieta resulta ser, a veces, la mejor manera para que una persona poco activa ponga a su organismo en situación de “ahorro de energía” y crear así las condiciones óptimas para engordar.
De hecho, tras una experiencia de fuertes privaciones, el organismo aprende la lección y reacciona asimilando mejor las calorías: lo que hace que sea posible recuperar todos los kilos perdidos en poco tiempo e incluso alcanzar un peso superior al de antes del régimen: es el temido efecto yo-yo o rebote.
Ante esto, el objetivo es perder grasa sin perder masa muscular. Para adelgazar correctamente, hay que perder un máximo de 500 gramos por semana. Perder más puede parecer espectacular, pero el resultado suele ser efímero: los kilos que se pierden rápidamente se recuperan igual. Los nuevos hábitos y una alimentación sana no han tenido tiempo de llevar a cabo su labor de reducción de manera duradera.
Para la entidad, una dieta debe aportar todos los nutrientes que el organismo necesita, so pena de comprometer la salud y el bienestar.
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Por ello, es recomendable abstenerse de las dietas que excluyen grupos completos de alimentos en las comidas principales y jugar con la combinación equilibrada de cereales integrales, proteínas “saludables”, verduras y hortalizas, aceites vegetales para condimentar, fruta y agua.
Fotos | Freepik
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