Fue el 24 de febrero de 2022 cuando oficialmente Rusia invadió Ucrania. En algo más de estos dos años y medio, la contienda ha dado para muchas vueltas de tuerca que, como es evidente, también han salpicado a niveles económicos desde entonces.
De hecho, más allá del conflicto y de los miles de muertos que deja, la guerra de Ucrania ha puesto sobre el mapa una realidad agroeconómica que ha hecho temblar a Europa y al mundo.
Relevantes por ser dos de los mayores productores de grano, las implicaciones de la contienda llevan varios años sacudiendo el mercado mundial del cereal. Ahora, además, supone un nuevo giro a los acontecimientos que están relacionados con la guerra en los últimos meses.
Tanto, como explica Al Jazeera, para que Rusia haya encontrado en bombardear los cargueros que salen de los puertos ucranianos un buen objetivo para sus intereses. No solo militares, sino también económicos; aunque vayan más ligados de lo que parecen.
Es evidente que Rusia mantendrá sus ofensivas mucho más allá de los buques ucranianos, aunque estos rara vez operan con el pabellón bicolor, pero sí ha abierto un nuevo frente que ataca, literalmente, a la línea de flotación del comercio exterior ucraniano.
Gracias a la intermediación de Naciones Unidas y de Turquía, en 2022 se consolidó lo que se denominó como el Corredor del Mar Negro, estableciendo una vía de seguridad que permitiera mantener las exportaciones, tanto ucranianas como rusas, ofreciendo un flujo de grano a terceros países, tanto europeos como africanos, asiáticos y americanos.
Aquel acuerdo, considerado un logro de la diplomacia, fue especialmente relevante para Turquía. Sin embargo, Rusia decidió en julio de 2023 no prorrogar este, lo que dejaba una puerta abierta a que los ataques a los buques mercantes pudiera ser una posibilidad real.
Tanto que así acabamos contando cómo en 2024, Rusia ha encontrado un blanco fácil de sus misiles en algunos de los buques mercantes que cargan grano y cereal ucraniano en los puertos del Mar Negro, especialmente el de Odesa.
Pero, ¿por qué en 2024? Según fuentes ucranianas, misiles rusos han atacado hasta en tres ocasiones cargueros que salían de aguas ucranianas. El primero de ellos habría sido el pasado 12 de septiembre, cuando el buque Aya (operado por un armador turco), cargó 26.550 toneladas de cereal con destino a Egipto: había partido del puerto de Chornomorsk, siendo atacado tras abandonar las aguas territoriales ucranianas.
No es el único, como decimos. Según relata Al Jazeera y Reuters, se han producido, en teoría, hasta dos ataques más de misiles rusos a cargueros que abandonaban los puertos ucranianos. Sucedió el pasado domingo seis de octubre, cuando el Paresa, un navío con bandera de Saint Kitts and Nevis y con 6.000 toneladas de maíz, también fue atacado.
El lunes siguiente, siete de octubre, sucedería lo mismo cuando un misil impactó al Optima, un buque con pabellón de Palau, donde además murió un miembro de la tripulación y otros cinco fueron heridos.
Con este tercer supuesto, Oleksiy Kuleba (jefe de gabinete del primer ministro ucraniano Volodymyr Zelenski) acusó a Moscú de intentar "destruir la flota del Mar Negro que garantiza la seguridad alimentaria", a lo que se sumarían las declaraciones de Andrii Sybiha, ministro de Exteriores ucraniano, que en términos similares alegó que Rusia estaba empleando "deliberado terrorismo táctico".
Una realidad que, como decimos, apunta a una doble línea de flotación. Por un lado, de ser cierta la injerencia rusa, se encontraría el evidente debilitamiento de las exportaciones ucranianas. Por el otro, tratándose de Rusia un competidor en el mercado internacional del cereal, permitiría vender su grano a terceros países. Todo habida cuenta de un factor diferencial para 2024: una magnífica cosecha.
A pesar de la guerra, las condiciones meteorológicas en el este de Europa han permitido que haya cereal en abundancia. ¿Cuánto? Pues el suficiente como para que Rusia haya marcado un récord histórico de exportación de trigo, por ejemplo, con 55,4 millones de toneladas, aumentando su presencia en países asiáticos.
En esta guerra marcada por el cariz económico, parece evidente que Rusia tendría interés en debilitar a Ucrania por todos los flancos y el de las exportaciones de cereal es uno de los más claros. Datos de Lloyd’s List, una publicación británica tricentenaria sobre transporte marítimo, advierten que Ucrania consiguió en el primer trimestre de 2024 elevar un 78% la capacidad de los buques graneros que amarraron en sus puertos.
Es decir, sin la 'protección' del corredor del Mar Negro y navegando a través de las aguas territoriales de Bulgaria, Rumanía y Turquía, Ucrania habría aumentado la presencia comercial de su cereal.
Insistimos en que no es una cuestión menor. La exportación de grano supuso para Ucrania en el año 2021, antes de la guerra, unos ingresos de 27.800 millones de dólares (unos 25.440 millones de euros). Y, también insistimos, en que los misiles que pueden estar llegando ahora no son casualidad.
Los agricultores ucranianos necesitan monetizar las salidas de su cereal en otoño, pues se traducirá en poder comprar semillas para la cosecha de 2025, que deberá empezar a principios de año.
Si el miedo se apodera de los buques graneros y de sus armadores, poco dispuestos a perder un barco (ni a enfrentarse a un aumento de pólizas de seguros ante hipotéticos ataques), Rusia conseguiría estrangular al comercio ucraniano y, con eso, como explica en Al Jazeera el consultor Dmitry Gorenburg, "debilitaría a Ucrania económicamente y reduciría su habilidad para resistir", además de que "intimidar a los cargueros" es mejor que atacar los puertos.
Imágenes | Ministry of Communities and Territories Development of Ukraine / Elena Larina - iStock