Sigue quedando aceite de oliva y, aunque no lo creas, no es una buena noticia

Entramos en la recta final de la cosecha 2022/2023 para el aceite de oliva. Esto significa que, si nada se tuerce, en unas pocas semanas volveremos a tener un caudal de aceite de oliva manando por almazaras y tiendas.

Sin embargo, se está dando una paradoja que explicamos hace unas semanas y que está suponiendo, entre otras causas, que el precio del aceite de oliva se haya estabilizado. A un precio alto, es cierto, pero se ha estabilizado.

Esta estabilización, aunque pueda parecer una noticia relativamente halagüeña, en realidad no es ningún tipo de ventaja ni para el mercado interior ni para el mercado exterior. Como ya te comentamos, la fluctuación del precio del aceite ha obedecido a algo tan sencillo como la ley de la oferta y la demanda.

A medida que la oferta —el aceite disponible— bajaba, la demanda también se ha ido reduciendo y ha elevado el precio del aceite. Esto ha dejado por el camino a muchos compradores tradicionales de aceite de oliva que han apostado por alternativas más baratas.

Resumido en un axioma muy sencillo es que queda aceite de oliva suficiente, a pesar de venir de una campaña mala, porque el consumidor no está dispuesto a pagar por el aceite, independientemente de ser para consumo español o para exportación.

Además, entre las malas noticias, hay que recordar que, precisamente, serán los hogares con rentas más bajas los que dejen de consumir el aceite de oliva.

El desplazamiento de los hogares con menos ingresos

Esta es la primera mala noticia: el precio del aceite desincentiva a las personas con menos recursos, razón por la que el precio del aceite se ha equilibrado. De hecho, es también lo que ha propiciado que el precio del aceite en origen ya esté bajando, como demuestra el indicador Poolred.

Básicamente hay menos compradores dispuestos a pagar por un aceite caro y, por el camino, hemos pasado el peaje que significa que se salgan del mercado los hogares con menos ingresos.

La mala noticia, por tanto, se cuenta sola: hay un consumidor potencial de aceite —y de sus beneficios— que está siendo desplazado del mercado porque no quiere (o porque no puede) pagarlo.

De hecho, esta situación no es novedosa; más bien es recurrente. Diversos informes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, así como del Ministerio de Consumo, acreditan que los hogares con menores y con rentas más bajas utilizan menos aceite de oliva.

De hecho, ciertas voces del sector alegan que el precio continuará al alza, tal y como conocimos cuando el fabricante de Carbonell y Hojiblanca advirtió que el precio del aceite de oliva seguirá subiendo. No obstante, aunque Deoleo —que es este fabricante— es el mayor comercializador de aceite de oliva de España, no podemos olvidar que no es el único y que hay alternativas como las cooperativas.

El cliente internacional tampoco quiere pasar por el aro

Sin embargo, que siga quedando aceite aún depara otra segunda mala noticia: la exportación también ha echado el freno. Podríamos pensar, como consumidores interiores, que es algo estupendo que un señor de Estados Unidos, de Alemania o de China no esté tomándose nuestro aceite ni sobrepagándolo.

Sí, pensando en caliente y desde un punto de vista egoísta es así; pero si vamos más allá, comprobamos cómo es una pésima noticia para la economía española. El aceite de oliva es, por volumen de facturación, el quinto producto más relevante de España en las exportaciones.

En circunstancias 'normales', el aceite que España produce es suficiente para abastecer consumo interior y exportaciones

Un producto del que, en circunstancias normales, se exportan alrededor de 900.000 toneladas anuales (cantidad más que asumible con lo que España produce e importa en años normales). El problema, como hemos mencionado en varias ocasiones, es la cosecha de 2022 que estamos arrastrando y que se quedó en unas exiguas 660.000 toneladas.

Esto ha supuesto que, de igual modo que al consumidor español le pica pagar 10 euros por un litro de aceite, al consumidor internacional también le escuece. Sí, hemos visto todos las noticias de un precio ridículo del aceite en algunos mercados internacionales como Irlanda o Portugal, pero la realidad es que son gotas —y nunca mejor dicho— en un océano de precios altos.

El riesgo de perder 30 años de crecimiento

Por eso, la segunda mala noticia, es que España no está exportando aceite. O no al ritmo de lo que, en circunstancias normales, supone. Para hacernos una idea basta con atender al boletín mensual que compila el Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente sobre el mercado del aceite de oliva.

En todo lo que llevamos de campaña —desde octubre pasado— sólo se exportó más aceite una vez de lo que se había hecho mes a mes en los últimos cuatro años anteriores. Y, de hecho, esa exportación correspondía al propio mes de octubre, que tradicionalmente no es el mes más potente para el aceite exportado.

El actual precio del aceite  desmotiva al comprador internacional, que puede apostar por alternativas más baratas y no regrese al aceite de oliva

Puede que sigas frotándote las manos al pensar que "mejor, más aceite para mí si el estadounidense de turno no lo compra", pero es una mala noticia. España y sus olivareros dependen del aceite que debe 'comprar el estadounidense de turno' porque somos un país excedentario en la producción de aceite de oliva. De hecho, ese excedente es lo que nos hace competitivos.

Es una mala noticia porque el aceite de oliva es, recurriendo al símil anterior, una gota en el océano de las grasas vegetales, representando en producción apenas el 3% de las grasas vegetales del mundo. Por eso, un estadounidense —por mantener el ejemplo—, pero se puede extrapolar a un peruano, a un chino o a un sudafricano tiene otro abanico de grasas vegetales a las que acudir y que sean más baratas. Vamos, exactamente lo mismo que puede pensar el consumidor español, solo que un mercado internacional donde la vinculación y fidelidad al producto no está tan arraigada puede que haga que se pierda para siempre.

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Cuando esto suceda y el camino que la exportación española se ha labrado pico y pala se vaya a pique porque el precio del aceite de oliva ha subido y ese cliente internacional se refugie en el girasol, la colza, la soja o el aceite de palma, llegará el momento en que España habrá perdido el mercado internacional de un producto del que dependen miles de agricultores, así como varios miles de empleos más. Por eso, que España no esté dando salida al aceite de oliva ahora mismo es una mala noticia.

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