Esta es la rocambolesca historia de un rumiante, un reloj de lujo y un detactor de metales
Hace más de medio siglo, en una granja tranquila en el norte de Inglaterra, un granjero vivió una de esas situaciones que podría parecer sacada de un cuento. ¿Qué harías si, un día, mientras estás realizando tus labores diarias en el campo, te das cuenta de que has perdido tu preciado reloj de lujo?
Peor aún, ¿qué pensarías si llegas a la conclusión de que la responsable de la desaparición del reloj es una de tus vacas? Pues esta es la historia de un granjero que, durante casi cinco décadas, estuvo convencido de que uno de sus valiosos animales había engullido su querido Rolex.
Corría el año 1966 cuando James Steele estaba realizando su jornada habitual en la granja. Como de costumbre, se encontraba revisando a sus vacas, asegurándose de que todo estuviera en orden, como cuenta la versión original de esta noticia, publicada en The Scottish Farmer.
Era un día común y corriente, hasta que, de repente, se percató de que su reloj no estaba en su muñeca. Aquel Rolex, que representaba un símbolo de estatus y orgullo, y que además había sido un regalo especial, había desaparecido sin dejar rastro.
Steele buscó por todas partes. Revisó cada rincón de la granja, cada trozo de tierra en el que pudiera haberlo dejado caer accidentalmente. Sin embargo, el reloj seguía sin aparecer.
Y entonces, una idea comenzó a rondar por su mente: ¿y si alguna de sus vacas, al pastar, se lo había tragado sin querer? Aunque la teoría parecía absurda, no podía encontrar una explicación mejor. Al fin y al cabo, los relojes no desaparecen solos. Así que, resignado, asumió que su Rolex había terminado en el estómago de una de sus vacas.
Durante años, cada vez que pasaba junto al ganado, no podía evitar echar un vistazo con la esperanza de ver alguna señal de su reloj perdido. Imaginaba al reloj reposando en el estómago de una vaca, como si fuera parte del proceso digestivo de esos enormes rumiantes. Incluso, en tono de broma, llegó a pensar que algún día podría encontrarlo al revisar el contenido del estómago de alguno de los animales.
Sin embargo, el tiempo pasó, y la idea del Rolex perdido quedó como una anécdota curiosa en la vida del granjero, una de esas historias que se cuentan a los amigos durante una copa de vino, con una mezcla de resignación y humor.
El paso de los años fue llevando al granjero a la aceptación total de su pérdida. Las vacas, por supuesto, continuaron con su vida apacible, ajenas al misterio que rodeaba al famoso reloj.
Durante décadas, el granjero vivió con la creencia de que su Rolex había sido un aperitivo insólito para uno de sus animales, y que nunca más volvería a verlo.
Pero el destino tenía otros planes. En 2023, más de 50 años después de la desaparición del Rolex, un grupo de entusiastas de la búsqueda de tesoros con detectores de metales obtuvo permiso para explorar los terrenos de la granja.
Entre ellos se encontraba Liam King, un experimentado buscador de tesoros que ya había desenterrado algunos hallazgos notables en otras partes del país. Armado con su detector de metales, David comenzó a recorrer el terreno, sin sospechar que estaba a punto de resolver un misterio de medio siglo.
Un Rolex que ha dado, literalmente, muchas vueltas
Después de horas de búsqueda, el detector de metales emitió un sonido claro y fuerte. David empezó a excavar con cuidado, y para su sorpresa, lo que sacó de la tierra no era un simple trozo de metal, sino un reloj cubierto de tierra y óxido. Con un poco de limpieza, pudo distinguir la palabra "Rolex" en la esfera. No podía creer lo que tenía entre manos.
Cuando David llevó el reloj al granjero, este no podía dar crédito a sus ojos. Allí estaba, después de tantos años, el Rolex que había dado por perdido y que creía que una vaca se había comido.
El reloj, aunque evidentemente envejecido, seguía siendo reconocible. Las risas y el asombro llenaron el ambiente mientras ambos hombres comentaban la increíble historia del reloj perdido y encontrado.
El granjero no pudo evitar recordar todas las veces que había bromeado sobre encontrar el Rolex en el estómago de una vaca. Resulta que no había estado tan lejos, pero la verdad era mucho más simple y, a la vez, más extraordinaria: el reloj había estado enterrado todo ese tiempo, esperando pacientemente a ser encontrado.
Ahora, con el Rolex de vuelta en su posesión, el granjero tiene una nueva historia que contar, una que mezcla la nostalgia, la sorpresa y un poco de humor. Y aunque el reloj necesita una buena restauración, su valor sentimental es incalculable, recordándole que a veces la realidad supera a la ficción, y que, en este caso, ni siquiera una vaca pudo tragarse la verdad. Todo un regalo para un James Steele que a sus 95 años aún no puede creer que el reloj apareciera de nuevo.
Imágenes | Andrew Steele & The Scottish Farmer
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