Un nuevo estudio publicado en el British Medical Journal alerta que estos productos aumentan el riesgo de sufrir decenas de enfermedades
Llevamos décadas sabiendo que los alimentos ultraprocesados, en su gran mayoría, no son saludables, pero quizá no éramos totalmente conscientes de la magnitud de los efectos que pueden causar en la salud. Ahora, un último estudio exhaustivo revela resultados esclarecedores, apuntando hasta 32 consecuencias negativas en la salud asociadas a estos productos.
El trabajo, publicado hoy en la revista The BMJ (The British Medical Journal), vincula una alimentación rica en alimentos ultraprocesados con un mayor riesgo de sufrir muerte prematura y enfermedades como cáncer, trastornos mentales o enfermedades cardiovasculares y pulmonares graves, afectando por tanto a múltiples sistemas corporales y órganos diferentes.
Los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Deakin (Australia) afirman que hay pruebas concluyentes de esta relación entre los ultraprocesados y la salud, y subrayan por tanto la necesidad de adoptar medidas urgentes dirigidas a reducir el consumo de estos productos, así como a comprender mejor los mecanismos que los relacionan con la mala salud.
Aunque existen numerosos estudios y metaanálisis en la literatura científica que relacionan los ultraprocesados con una mala salud, este es el primer trabajo que elabora una revisión exhaustiva de todos los datos y pruebas disponibles hasta el momento.
Para ello, los investigadores han analizado 45 metaanálisis agrupados de 14 artículos revisados que asociaban los alimentos ultraprocesados con resultados negativos para la salud, todos realizados en los últimos 3 años y en los que participaron casi 10 millones de personas en todo el mundo. Además, en ninguno de esos estudios fue financiado por empresas relacionadas con la industria de los ultraprocesados.
Las consecuencias de una mayor exposición a alimentos ultraprocesados
Las pruebas más concluyentes muestran que una mayor ingesta de alimentos ultraprocesados se asocia a un incremento aproximado del 50% del riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardiovasculares, un 48-53% más de riesgo de sufrir ansiedad y otros trastornos mentales comunes, y un 12% más de riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.
También indican que una mayor ingesta de ultraprocesados se vincula con un 21% mayor de riesgo de muerte por cualquier causa, un 40-66% más de riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardiacas, obesidad, diabetes tipo 2 y problemas de sueño, y hasta un 22% más de riesgo de sufrir depresión.
Sin embargo, las pruebas que podrían relacionar estos alimentos con otros trastornos como el asma, la salud gastrointestinal, algunos tipos de cáncer y los factores de riesgo metabólico, como los niveles elevados de colesterol LDL en sangre, siguen siendo escasas. Hacen falta, apuntan, más investigaciones en este aspecto.
Los autores reconocen las limitaciones, pues las revisiones generales de este tipo solo pueden ofrecer una visión general que no descarta la posibilidad de que otros factores o las variaciones en la evaluación de la ingesta de alimentos ultraprocesados hayan influido en sus resultados. Sin embargo, defienden la fiabilidad de sus resultados al emplear métodos sistemáticos rigurosos y preespecificados a la hora de analizar la credibilidad de los análisis.
“Estos hallazgos apoyan una investigación urgente y acciones de salud pública que busquen focalizar y minimizar el consumo de alimentos ultraprocesados para mejorar la salud de la población mundial”, concluyen.
Medidas urgentes
El trabajo finaliza enlazando un contenido editorial dirigido por Carlos A. Monteiro, de la Universidad de São Paulo (Brasil), ahondando en las razones por las que debemos evitar los alimentos ultraprocesados, puesto que la ciencia tiene pruebas concluyentes de que dañan la salud y acortan la esperanza de vida.
El objetivo prioritario de las autoridades y organismos competentes de todos los países debe ser controlar y reducir su producción y consumo. No basta con la reformulación de los productos ultraprocesados, apuntan, ya que no elimina los efectos perjudiciales y la alta rentabilidad que tienen para la industria disuade a los fabricantes apostar por alimentos que sean realmente saludables.
Entre las medidas propuestas destacan el incluir etiquetas informativas claras en la parte frontal de los envases, la restricción de la publicidad y prohibición de la venta en escuelas y hospitales o cerca de ellos, así como aplicar medidas fiscales y de otro tipo que hagan que la comida preparada saludable, los alimentos frescos, los no procesados y los buenos procesados, sean tan accesibles como los ultraprocesados, y más baratos que éstos.
Finalmente, reiteran la necesidad de realizar más investigaciones multidisciplinares que permitan “identificar las formas más eficaces de controlar y reducir los ultraprocesados y cuantificar y hacer un seguimiento de los costes-beneficios y otros efectos de todas esas políticas sobre la salud y el bienestar humano, la sociedad, la cultura, el empleo y el medio ambiente”.
Imágenes | Freepik/ - Unsplash/Denny Müller - Phil Aicken
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