Una de las peores consecuencias de cocinar son los olores que salen de la estancia para invadir el resto de las habitaciones de casa: especialmente los dormitorios y la sala de estar.
A nadie le gusta el olor a sardina, pollo a la plancha, fritura o la peste que sueltan las crucíferas como la coliflor y el brócoli, y menos para que sean el ambientador oficial del hogar en cualquiera de sus expresiones.
Contra esta dispersión de los vapores, que es la responsable de que los olores se propaguen, existe una gran solución que todas las cocinas tienen hoy en día instalada y que pasa por la extracción de humos.
Ahora bien, todos conocemos las limitaciones de estos sistemas, como la falta de potencia real de la extracción doméstica, el mal aislamiento de la cocina respecto al resto de habitaciones y la imposibilidad de mantener los olores a raya dentro de la cocina.
Sin embargo, antes de llegar al extremo de tener que limpiarlo todo, existen algunas soluciones que podemos adoptar mientras cocinamos para no tener que tomar este tipo de medidas drásticas.
Jugar con las corrientes
La primera opción es el control de las corrientes de aire. Cerrar puertas y generar corrientes con la apertura estratégica de las ventanas del hogar jugará muy a favor de la evacuación de estos vapores hacia el exterior.
En cambio, si no se realiza este planteamiento será más que probable que los humos sigan su propio camino y terminen posados en alfombras, cortinas y fundas textiles de todo tipo.
Otra estrategia para evitar que estos vapores sigan campando a sus anchas por todo el hogar es limpiar lo antes posible las zonas en las que se ha cocinado, el alimento y los platos en los que se ha degustado.
Es un gran error dejar la sartén de las gambas o del pescado sucia durante toda la noche porque sigue irradiando olor mientras no se eliminen los textos de comida.
Asimismo, existen en el mercado ambientadores y aerosoles capaces de atrapar las moléculas de los olores para eliminarlas del aire. Estos vaporizadores actúan sobreponiéndose a las moléculas responsables del mal olor.
En este sentido, los malos olores, también pueden enmascararse de la mano de buenos olores, que se consiguen hirviendo agua con unas rodajas de limón, laurel y clavo en su interior o colocando estratégicamente, velas y aceites aromáticos.
Cuando ya es demasiado tarde y estas moléculas se han conseguido integrarse en los tejidos que forman parte del textil del hogar, como el sofá, las sábanas o las cortinas hay que adoptar soluciones diferentes a la ventilación, pues lo importante es desprender estas moléculas de los lugares en los que se han adherido.
En estos casos, la única opción viable es limpiar con detergente estos materiales textiles (fundas, cortinas, sábanas o mantas) para conseguir que se eliminen definitivamente las moléculas.
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