Así consigo que el gazpacho nunca quede ácido y me ahorro echar azúcar

El verano huele a tomate. El problema es que no siempre sabe a tomate, más aun cuando lo cogemos con ganas y llenamos las neveras de gazpacho, salmorejo, pisto o aprovechamos la temporada para hacer fritá de tomate o una salsa de tomate frito a espuertas.

Sin embargo, seguramente hayas topado en más de una ocasión con tomates sosos e insulsos que no sólo no tienen sabor, sino que posiblemente tengan poco azúcar natural y unos niveles de acidez demasiado elevados que acaben haciendo ingrata nuestra receta.

No sólo eso, sino que también es posible que nos acaben 'obligando' a buscar una fórmula para corregir. Como es lógico, en la mayoría de casos el camino va a pasar por añadir azúcar directamente a la preparación, especialmente en las calientes, como el pisto, el sofrito o el tomate frito.

Lo malo es que es añadir azúcar. No mucho, lo justo para equilibrar la acidez, pero sigue siendo una adición de azúcar que no nos va a venir excesivamente bien si ya hacemos un consumo elevado de azúcar en nuestro día a día. ¡Ojo! No vayamos a echar la culpa a un gazpacho, a una porra antequerana o a un pisto de nuestro azúcar alto, pero sí que tengamos claro que no va a venir bien.

Al pisto también le va bien añadir algo de pimiento asado en conserva, que equilibra y da sabor.

Por fortuna, hay un remedio más natural para corregir la acidez de tus platos a base de tomate sin tener que recurrir al simple y llano azúcar blanco. De hecho, incluso podemos recurrir a este truco en recetas frías —como el gazpacho o el salmorejo—, donde no vamos a tener suficiente temperatura como para que el azúcar se diluyera y que acabaría dejando esa textura granulosa por todas partes.

El remedio se llama pimientos asados. Pueden ser morrones —que son algo más dulces— o pueden ser los clásicos pimientos del piquillo —no tan dulces, por regla general— y donde no hará falta que nos dediquemos a asarlos en casa, pues podemos recurrir a cualquier buena conserva que tengamos a mano.

Bastará, como resulta evidente, en triturar o picar al gusto unos cuantos pimientos para nuestra receta, que serán los que con su dulzor natural equilibren la acidez que habrían generado unos tomates poco dulces.

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Como es lógico, podéis usar los pimientos que queráis y la cantidad que os convenza, pero tened claro que en ciertas recetas puede cambiar ligeramente el sabor final, como sucedería en un gazpacho o en un salmorejo, pero aún así es una herramienta perfecta para no complicarse con el azúcar y multiplicar el sabor de la receta.

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