Conservar el café en casa no es complicado, pero sí requiere de ciertos cuidados si queremos que su aroma no se pierda. Convertido en desayuno habitual de millones de personas a diario, comenzar una mañana con un buen café o, al menos, con la sensación de tomarlo, es un pequeño placer cotidiano al que es difícil resistirse.
Sin embargo, el café tiene muchos enemigos en nuestra cocina o en nuestra despensa. Razón por la que conviene conocer cuál es la mejor manera de conservar el café en casa.
Aunque los tiempos han cambiado mucho y los propios envasadores cada vez más desarrollan sistemas que permiten alargar su calidad y que no pierda propiedades, lo cierto es que una vez que abramos el paquete, en la mayor parte de casos va a empezar a echarse a perder.
Lo conveniente siempre es comprar café en grano, pues tardar más en perder su aroma que si lo compramos ya molido, aunque por cuestiones de practicidad es lógico que elijamos el segundo. Aun así, esto no significa que el café en grano sea indestructible y no sufra si lo conservamos mal.
Cómo conservar el café en casa
Por eso, aunque los envases también han prosperado bastante, lo más conveniente en términos generales es guardar el café en un recipiente hermético que impida que entren olores y que también salgan.
Sin embargo, no es esa la única realidad que nos ha de importar a la hora de conservar el café abierto en casa. Lo más conveniente, además del recipiente, son unas buenas condiciones.
En este caso, hemos de volver al refugio del lugar fresco y seco que tantas veces hemos visto para todo este tipo de productos. No solo eso, también debemos procurar que sea un lugar oscuro.
Como sucede con la mayor parte de los ingredientes frescos que tenemos en casa, hay situaciones que los dañan especialmente como son la luz, el calor y el oxígeno, que oxidan los productos a más velocidad, así como la humedad.
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Por este motivo, nuestro café no debe estar expuesto ni a la luz solar ni a la artificial, y debe estar alejado de focos de calor como el horno o los fuegos. De la misma manera, el oxígeno es un enemigo de primer orden, por eso siempre debe estar el recipiente cerrado la mayor parte del tiempo.
Si no tenemos tarros herméticos, podemos conservar el café igualmente en su envase, pero procurando que esté bien cerrado y limitemos el contacto con el aire para que esa oxidación no se produzca.
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