Tras trece ediciones del concurso de cocina más exitoso, ¿alguien recuerda cuál ha sido el mejor plato? Yo desde luego, no. Sí me acuerdo, claro, del peor: el famoso “león come gamba”. Esta infame preparación, ha sido, de largo, el momento culmen del programa.
A diferencia de los programas de cocina convencionales, donde la clave reside en enseñar al televidente a cocinar, en MasterChef lo que importa es que alguien lo haga rematadamente mal, solo por eso se explica una prueba como la que vivimos en el programa de ayer, en la que se iba la luz con todos los platos a medio hacer.
Los concursantes que sacaron los platos adelante en esta prueba fueron aquellos, que, sencillamente, habían tenido tiempo para cocinar antes del apagón o habían decidido usar el horno, que conservaba el calor residual. Los del resto eran una basura, aunque no lo suficientemente horribles como para resultar graciosos.
El programa quiere dar ritmo con este tipo de sorpresas, pero en realidad todo resulta más falso que un billete de 70 (algo a lo que ayuda un guion que resulta ya forzadísimo), y la única gracia es saber cómo se fastidiará en la nueva edición a los concursantes y como responderán estos. Aquí el casting tiene mucha importancia: no importa nada cómo cocinen los concursantes, sino su comportamiento respecto al jurado y sus compañeros. Y en esta edición son todos relativamente majos; vamos, un rollo.
¿Qué fue lo más comentado del pasado episodio sino la bronca entre Jorge y Samanta? Lógicamente, en este programa se ha intentado forzar de nuevo un encontronazo entre el concursante y la jurado, pero se ha quedado en nada.
Me aburro
Tampoco tiene mucho sentido traer al programa a grandes cocineros o reposteros, cuando apenas se les deja abrir la boca, y se le da mucha más importancia a los momentos lacrimógenos de los concursantes, que más que generar empatía dan vergüenza ajena.
Claro que es un concurso y no un programa para aprender a cocinar, pero no sé si cada vez importa menos la gastronomía en el formato o nunca ha importado nada.
MasterChef es uno de los programas más exitosos de la televisión, pero todo formato tiene fecha de caducidad, y a este paso llegará más pronto que tarde. Cuando se anunció la nueva temporada del programa se aseguraba que los cambios evitarían el desgaste, pero esto es más de lo mismo. Y empieza a aburrir.
Solo nos han levantado una carcajada las trufas de Loli, el peor plato del programa, que le ha costado la expulsión, con polémica por robo de por medio. Por fin, un momento divertido, gracias a unas trufas con forma de ectoplasma, a las 0:15 de la madrugada. Ahora podemos irnos a la cama. Gracias, Loli, que pena que te vayas.
Imágenes | Rtve
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