Convertido en tesoro gastronómico desde hace unas cuantas décadas, el salmón ahumado es uno de los productos más habituales de nuestros aperitivos de Navidad. Sedoso, jugoso y muy colorido, pocos ingredientes reúnen la versatilidad y disponibilidad del salmón ahumado. No obstante, es cierto que puedes hacer tu versión con esta receta de salmón ahumado.
Lo malo, como es evidente, que hay que pagarlo. En una cesta de la compra cada vez más prohibitiva, el salmón ahumado se convierte cada vez más en un producto de lujo, cuyo precio está fuera del alcance para la mayor parte de los mortales.
Caso contrario al que sucede, en cierto modo, con el salmón fresco, que también es un ingrediente muy recurrente de nuestras cenas de Navidad. Sin embargo, si queremos seguir metiendo ahumados en nuestros aperitivos de Navidad hay alternativas menos comprometidas con el bolsillo.
No van a ser salmón ahumado, evidentemente, pero nos pueden hacer el apaño. Algunas, de hecho, son opciones que vemos en las tiendas todo el año y que guardan similitud con el salmón.
Por supuesto, no hablamos del ejemplo de sustituir el caviar por las huevas de sucedáneo, que en muchas ocasiones no son ni huevas de pescado, sino que son otros pescados triturados como sucede con el arenque, con la anchoa o con el propio salmón ahumado.
Es el caso de la trucha ahumada, que da bastante el pego y que ofrece una textura mucho más sutil, menos grasa y más fibrosa, además de un sabor que es algo más dulce que el salmón. La ventaja es que las empresas que suelen hacer salmón ahumado también elaboran trucha ahumada, por lo que el proceso de ahumado y estos aromas a madera son muy parecidos.
Distinto cantar es el del atún ahumado, una conserva que se ve cada vez más y que es algo más seco que el propio salmón, pero también más ligero. En este caso, usarlo en ensaladas, en patés o en los propios canapés da muy buen resultado y no resulta tan caro como el salmón ahumado.
Otro clásico, aunque no siempre es barato, es el bacalao ahumado. De hecho, junto a la trucha y la palometa ocupa el podio habitual de sustitutos del salmón ahumado. En este caso hablamos de un pescado blanco, por lo que es algo más seco que el resto de concurrentes, pero también más ligero y de textura más firme.
En este caso, suele agradecer que lo lubriquemos con algún aceite que tengamos por casa o que juguemos con el contraste que nos ofrecen determinados cítricos como la naranja o la lima, añadiendo unas gotas sobre el bacalao ahumado o, directamente, rallando un poco de su piel sobre el bacalao.
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Misma situación que se produce con la palometa ahumada, tercera en discordia de esas típicas ensaladas de ahumados que solemos ver ya preparadas y que nos dan muy buen juego en casa.
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