Meses después de que Mediaset comenzara a promocionar el concurso 'Bake Off', con Jesús Vázquez como principal reclamo, finalmente hoy miércoles podremos ver el estreno de la nueva versión del popular programa británico. A partir de las 22.45 podremos ver en Cuatro si la adaptación española consigue el mismo éxito del concurso repostero original, que tras nueve ediciones sigue siendo todo un éxito con réplicas en más de 30 países.
Las píldoras que nos han dejado ver, sin embargo, mucho lugar a la esperanza. El boom mediático de la cocina televisiva y los talent shows no parece agotarse y es evidente que las cadenas buscan su propio MasterChef para competir con la pública. Pero conociendo nuestro historial, temo que esta nueva versión no logre replicar el encanto del programa madre, un concurso que busca coronar al mejor repostero aficionado del país.
El exitoso concurso que levanta pasiones reposteras
'The Great British Bake Off', o, simplemente, 'Bake Off', es un concurso típico de talento culinario enfocado enteramente a la repostería y panadería, con participantes aficionados que compiten a lo largo de diez programas para convertirse en el mejor baker amateur del país. Cada semana se enfrentan a tres retos tematizados en los que un jurado va eliminando a los contendientes.
El programa comenzó a emitirse en el verano de 2010 en la cadena BBC Two, el segundo canal de la de la British Broadcasting Corporation, la televisión pública británica. Después de cuatro temporadas se ganó con honores su lugar en la primera cadena, ya que no dejaba de ganar audiencia y popularidad, además de reconocimiento crítico.
Tres años más tarde, la productora del concurso, Love Productions, firmó un contrato con la cadena Channel 4, donde continúa emitiéndose a día de hoy. A finales del pasado verano se emitió la novena y, hasta ahora, última edición, manteniendo los buenos datos de audiencia cosechados en años anteriores. Actualmente se está preparando la que será décima temporada.
Las modas de los concursos de cocina y de la repostería casera no son exclusivas de nuestro país, y el gran número de adaptaciones que tiene el formato por todo el mundo lo evidencian. Aunque algunas versiones no han sobrevivido, el programa sigue funcionando muy bien en países como Alemania, Australia, Brasil o Estados Unidos, donde también siguen con fervor la versión británica original.
Es ya parte de la cultura popular británica, genera mucha conversación en prensa y redes sociales y también produce muchos contenidos paralelos, además de ediciones especiales del programa, incluyendo actos benéficos. Son muchos los medios gastronómicos que animan a imitar a los concursantes replicando las recetas del programa, pues la repostería casera sigue levantando pasiones.
¿Cuáles son las claves de su éxito?
Después de ver muchos concursos y talents culinarios de diversa naturaleza, creo que el éxito del 'Bake Off' original radica en el encanto que transmite. El formato de cada episodio está claro y no necesita una narrativa forzada para crear conflictos o distraer con tramas que no se cree nadie: se respira pasión genuina por la repostería en un ambiente amable en el que no falta el humor.
Que los los presentadores sean los cómicos Sandi Toksvig y Noel Fielding -inolvidable en 'The IT Crowd'- ya dice mucho de cómo es el estilo del programa. No se toman las cosas demasiado en serio liberan su pasión por el dulce sin vergüenza, riéndose de los fiascos de los aspirantes cuando toca, pero sin maldad y siempre con la complicidad del concursante.
Recuerda a veces al ambiente de 'Nailed it!', con los jueces también tomándoselo con humor si se encuentran un desastre en el plato. No hay puñaladas por las espalda, los concursantes se suelen ayudar unos a otros y, cuando hay algo de drama por los nervios, prevalece el compañerismo y el buen humor. Nada de miradas severas o comentarios crueles, no hay soberbia pretenciosa o frases lapidarias intensas; pero siempre sin dejar de ser críticos y profesionales en sus valoraciones.
Los mediáticos y reconocidos Paul Hollywood y Prue Leith, en sustitución de la tan querida Mary Berry, forman el jurado profesional que fija los retos y valora los mejores y peores resultados de cada prueba, siempre aportando comentarios de valor que incluso son muy útiles para los reposteros aficionados que están en casa.
La variedad de los aspirantes, gente corriente de todas las edades y ámbitos, también ayuda a que el público se interese por el programa, pues es fácil identificarse con ellos. Además, el concurso es un placer para los que amamos el mundo dulce y las masas, con creaciones cada vez más complejas y vistosas que seducen a través de la pantalla.
Otro punto a favor es la parte cultural, recorriendo la historia de la repostería, chocolatería y panadería británicas y de todo el mundo. Se incluyen pequeños cortes a modo de reportaje, dando notas históricas para ahondar en las raíces de cada elaboración, dando voz incluso a reposteros profesionales. Y, como guinda final, tenemos las maravillosas recreaciones ilustradas que hace el artista Tom Hovey de cada receta.
Cómo debería ser la versión española
Estoy curada de espanto en cuanto a adaptaciones españolas se refiere, pero me gustaría pensar que la versión que estrena hoy Cuatro pudiera estar a la altura del 'Bake Off' original británico; o, al menos, aproximarse un poco.
Parece que se respetará el sistema de tres pruebas que tan bien funciona en la mecánica original del concurso:
- Prueba de autor (signature bake). El primer reto es muy personal y sirve para que cada concursante muestre su propio estilo versionando una receta tradicional.
- Prueba técnica (technical bake). Consiste en elaborar una receta especialmente compleja para la que se requieren capacidades dignas de experto, aplicando diferentes técnicas profesionales muy precisas. Se juzga con cata a ciegas.
- Prueba 'Wow' (showstopper). Los perdedores de la prueba anterior tienen la última oportunidad para lucirse y dejar al jurado con la boca abierta para evitar la eliminación.
Sería fantástico que empezara a una hora decente, pero puesto que es una utopía en nuestro país, me conformaría con que fuera puntual en el horario de emisión. Ojalá se se cumpliera con la duración original, de unos 60 minutos, aunque ya sé que alargar los programas como un chicle lleno de anuncios es la tónica de nuestra parrilla.
Lo ideal sería que el presentador, Jesús Vázquez, encontrara pronto su sitio después de pasar por varios talets, pero sin acaparar demasiado protagonismo. Más importante me parece el papel del jurado experto, en este caso formado por tres reposteros profesionales: la venezolana Betina Montagne -experta en repostería americana-, el experto en masas Daniel Álvarez y Miquel Guarro, director de pastelería en la Escuela y pastelería Hofmann.
Ya sabemos que un buen currículo no garantiza buenos resultados delante de la pantalla; habrá que ver la química que tienen entre ellos y si saben cómo manejarse delante de las cámaras y con los propios concursantes. Y ojalá que estos, los aspirantes a mejor repostero de España, no estén demasiado caricaturizados ni nos vendan historias personales o polémicas de baratillo entre ellos.
Me gustaría ver un concurso dinámico, que transmita pasión por la repostería pero sin dejarse llevar en exceso por las modas de dulces de Instagram. Un programa en el que los retos sean coherentes y de dificultad progresiva, mostrando las elaboraciones con detalle y aportando contenidos más allá del show visual.
Sobrarán los diálogos forzados y cualquier relleno que distraiga de la verdadera esencia del concurso. 'Bake Off' corona al mejor repostero amateur, pero también conecta con todos los aficionados que estamos en casa. El programa triunfará si consigue transmitir el mismo encanto, la diversión y el cariño por las masas que consigue el original británico.
Fotos | Cuatro - The Great British Bake Off
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